martes, 7 de junio de 2011

(E)lección peruana

(E)lección peruana
Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, celebran la victoria  con partidarios en Lima tras las elecciones del domingo.
Guillermo Descalzi

Ganó el cáncer, o quizás el sida, no lo sé, pero ganó uno de los dos. Esta, para empezar, no es una figura mía. La del cáncer y el sida es una figura acuñada por el Nobel peruano, Mario Vargas Llosa. Comparó a Ollanta Humala y Keiko Fujimori con el cáncer y el sida.
En todo caso, hay razones para pensar que Ollanta Humala representa el cáncer, uno que se extiende y propaga por América Latina bajo la guisa del socialismo del siglo XXI, el de Chávez y sus imitadores en el Caribe, Centro y Sudamérica.

Ganó el cáncer personificado en Humala. Ganó a pesar del miedo de la burguesía peruana. ¿Por qué ganó? Por dos razones concretas. Primero porque el Perú es un país de mayoría indígena y mestiza. Segundo, porque esta mayoría indígena y mestiza, a pesar del auge del Perú, sigue paupérrima. Es una mayoría mísera en medio del esplendor de la clase pudiente en el Perú. Así se explica el resultado de la elección, y es una lección.

Tras su independencia el Perú quedó bajo el control de una oligarquía magnífica que relegó a la mayoría indígena a una situación de semi esclavitud. Su rol en el esquema de cosas en el Perú fue limitado de mil maneras, dándosele un espacio de vida casi exclusivamente para labrar riqueza para los pudientes mientras se les impedía el acceso a la casi totalidad de lo que producían. La relación entre los que tienen y los que no tienen en el Perú ha sido históricamente de explotadores y explotados. Un notable periodista peruano al que no se le puede tachar de izquierdista, César Hildebrandt, dijo,