JORGE RAMOS AVALOS:
La gran crueldad del sistema educativo de Estados Unidos es que le ha permitido a millones de estudiantes indocumentados ir a la secundaria o high school. Pero, después, les prohíbe ir a la universidad. Eso puede cambiar en los próximos días si el Congreso en Washington deja a un lado la politiquería y se atreve a aprobar el llamado Dream Act.
Cada año más de 60 mil estudiantes se quedan sin ir a la universidad por problemas migratorios. El Dream Act beneficiaría potencialmente a dos millones de estudiantes indocumentados al otorgarles una residencia permanente si cumplen dos años de universidad o en el servicio militar.
Estos jóvenes no tienen la culpa de su situación migratoria. Los trajeron sus papás a Estados Unidos cuando eran bebés o menores de edad. Son, en esencia, norteamericanos. Pero no tienen los papeles para comprobarlo ni acceso a préstamos, becas o ayuda federal. Y regresarlos al país donde nacieron sería otra crueldad: lo desconocen totalmente y, en algunos casos, ni siquiera hablan el idioma natal.
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