FRANK CALZON:
De acuerdo, Miguel Angel Moratinos, el ministro de Asuntos Exteriores de España, ha sido recientemente relevado de sus responsabilidades oficiales. Quejumbroso por la pérdida de su trabajo en el gabinete del presidente de gobierno socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, que está intentando a rastras estimular la recuperación económica española, Moratinos es un hombre de suerte.
Todavía sigue siendo diputado nacional. No tiene que estar ante colegas leyendo una confesión acusándose de ingratitud, deslealtad, egoísmo y desviacionismo ideológico. Moratinos tiene un pasaporte y puede viajar, puede ser invitado a formar parte de un consejo de dirección; puede dar conferencias en universidades españolas o extranjeras. Sus amigos no tienen que negar que le conocen y su nombre no se borrará de los periódicos ni de los libros de historia de España.
Lo mismo no puede decirse del anterior ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Roberto Robaina, o incluso de su sucesor Felipe Pérez Roque, que han desaparecido de la vida pública y son virtuales no-personas en la isla.
Robaina terminó sus días de canciller en medio de la incertidumbre, con un presunto caso de corrupción
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