Setenta y cuatro reconocidos opositores, con credenciales opositoras intachables, en su capacidad personal y de una forma respetuosa, dieron a conocer su punto de vista sobre la prohibición de los viajes de los estadounidenses a Cuba. Podemos o no coincidir, pero no podemos cuestionar su derecho de aportar su criterio a tan importante debate.
La reacción de sectores intolerantes del exilio no tardó, y fue severa. Rápidamente la acusaron de una manipulación divisiva. Tristemente, para algunos, expresar opiniones contrarias a las de ellos es un acto divisivo. Hay amplios precedentes. Así consideraron el Proyecto Varela, e hicieron todo lo posible por desacreditarlo en Washington. Los ataques a Payá fueron incesantes y hasta el propio Lincoln Díaz-Balart hizo todo lo posible y logró que el presidente Bush no se entrevistara con él durante su visita a Washington.
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