lunes, 8 de junio de 2009

DE TODO, MENOS RESPETO

DE TODO, MENOS RESPETO
Antonio A. Herrera-Vaillant

Un verdadero respeto camina inseparable con la ética y con la moral. Produce el reconocimiento del valor intrínseco de una persona. Poco tiene que ver con poder político, y mucho menos con dinero.

Algunos líderes populistas latinoamericanos despiertan entusiasmos y afectos, entretienen y generan empatías. Logran altos niveles de popularidad y familiaridad, generan intensos amores y odios.

En general han sido demagogos o demagogas – no olvidemos a Evita Perón - que jamás sintieron respeto por nada ni por nadie y a quienes nadie respeta.

Logran multiplicar aliados cuando poseen dinero para prodigar a manos llenas, pero las dádivas se las reciben con inevitable sorna ante el inconfundible tufo a nuevo rico que suele rodearles.

Están condenados a conocer manos extendidas en las buenas, y espaldas en las malas.

Algunos, como Fidel Castro, inspiran aquel tipo de “respeto” que nace del terror, de saberle capaz de cualquier atrocidad o perversión. A Castro se le admira también su maña de supervivencia. Además, en toda su trayectoria ha sabido huirle a la exquisita tentación de pasar de lo sublime a lo ridículo.


Continua: