martes, 4 de diciembre de 2012

El rezo

                                                       
                                                   
Bernadette Pardo
bpardollada@yahoo.com

Dios nos ampare, me digo cada vez que recuerdo la decisión de la comisión del condado de comenzar sus debates rezando.

Conste que no tengo nada personal contra la oración, todo lo contrario. Mi reacción natural ante los disparates de la vida es encomendarme a Dios y casi todas las tardes, cuando mi marido regresa a casa, imploro la protección de San Judas Tadeo, el patrón de las causas perdidas. Es más, todas las mañanas cuando en bicicleta cruzo la avenida Le Jeune me santiguo dos veces, una al iniciar el cruce bajo el amparo de la luz verde para los peatones y la segunda al llegar con vida al otro lado de la avenida. O sea que no deben creer que soy atea o poco religiosa todo lo contrario, que mis monjitas me educaron pero que con mucho rosario.

Con lo que no estoy de acuerdo es con imponer mis creencias religiosas a los demás, con obligar a la gente a que rece, en privado o en público, y mucho menos a que el gobierno –los contribuyentes- paguen la factura del rezo. El que quiera rezar que lo haga en su tiempo libre y si le cuesta algo rezar que se lo pague. Parece una filosofía simple pero no lo es porque en nuestro condado que Dios nos ampare.

Ahora por inspiración de la Coalición Cristiana, un pequeño pero activo grupo dedicado siempre a imponer sus peculiares creencias, y de la mano del comisionado Pepe Díaz, el rezo se instala en la comisión del condado al inicio de cada sesión. Pepe Díaz presentó su revolucionaria propuesta proclamando que la “religión es de lo que esta hecho este país”. Respetuosamente expreso mi desacuerdo. En realidad a este país lo han hecho muchas cosas, comenzado por la sangre derramada por tantos para que hoy gocemos de libertad religiosa.

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