lunes, 10 de septiembre de 2007

¿Jugando con fuego?



¿Jugando con fuego?


La semana pasada la banca recibió un sacudón a consecuencia de un torpe proceder del, hoy disminuido, Banco Central de Venezuela. Con ello quedó en evidencia que el manejo de la política financiera no es cosa de juego, y que cualquier error puede traer nefastas consecuencias no sólo a la banca, sino al mismo Gobierno y al país en general.
El miércoles 5 de septiembre, el BCV anunció mediante circular, de manera intempestiva y sin mayores explicaciones, que se suspendían las operaciones de inyección de liquidez que tuvieran lugar a través Operaciones de Mercado Abierto (OMA).
La medida pareciera ser una muestra más de la falta de autonomía del ente emisor, dado que se percibe como una respuesta al mandato dado por el presidente Chávez en su programa dominical, el domingo 2 de septiembre. Ese día el mandatario sentenció que "el BCV en lugar de estar auxiliando a capitalistas y burgueses, debería estar auxiliando a agricultores y campesinos" y afirmó que la banca debería utilizar sus propios recursos en lugar de ser el BCV quien interviniera el mercado para evitar la salida de la Cámara de Compensación de algunos Bancos.
El BCV solícito y sin medir consecuencias actuó: Suspendió las operaciones de inyección de liquidez a través de la OMA.
El efecto no se hizo esperar y saltó la tasa interbancaria de un máximo de 22% hasta niveles del 121%. Esta sobre-reacción puso a temblar a todos en el sistema financiero, incluso al propio Gobierno. En consecuencia el BCV rápidamente corrigió la medida pocas horas después.
El salto de la tasa se debió a la conjunción de factores muy puntuales: Primero, fue tomada en una semana cuando la banca ya había adquirido notas estructuradas por un monto de entre $200 y $400 millones. Segundo, en momentos cuando se habían adjudicado Bs.50 millardos en Letras del Tesoro con fecha valor 5 de septiembre. Y tercero, luego de un feriado bancario americano, que acumuló dos días de liquidación de operaciones en divisas.
Según Síntesis Financiera esta medida podría tener como origen el descontento del Gobierno por el poco efecto que la venta de las notas estructuras a algunos "afortunados" bancos ha tenido sobre el tipo de cambio permuta. El Gobierno parece que buscaba forzar la venta de esas notas. Se esperaba que los bancos al verse restringidos en su acceso a la liquidez procederían a vender esos instrumentos en el mercado y, en consecuencia, disminuiría el tipo de cambio permuta.
Sin embargo, nuevamente la misma falta de transparencia que priva sobre la negociación de las "apetecidas" notas estructuradas, afectó la medida de restricción de liquidez. La actuación del BCV fue apresurada, muy general y poco clara, y mandó señales contradictorias. Ésta en vez de contribuir a bajar y estabilizar el tipo de cambio (si ese fuera el objetivo) contribuyó a movimientos erráticos y además sembró dudas en el ciudadano común acerca de la sanidad de la banca.
En pocas palabras, otra torpe medida del Gobierno, que a través del BCV afectó puntualmente un mercado que no esperaba este brusco proceder, y que podría sembrar expectativas nada alentadoras sobre un sistema vital para el funcionamiento de la economía nacional.

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