sábado, 6 de abril de 2013

El opio del pueblo

AMERICO MARTIN

                                                          
 
 
La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de alma de un mundo desalmado. La religión es el opio del pueblo”.  Marx. Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel, 1844.
 
“Chávez está en el Cielo. Reunido con Dios, lo convenció de imponer a un Papa latinoamericano”. Maduro, 2013
 
A una semana de las elecciones, los venezolanos llevan en la espalda un segundo mazazo devaluador. Cada vez más gente relaciona su desgracia con medidas dictadas por Maduro, quien pese a todo aspira a mantenerse en el poder. Permítanme entonces recordar el efecto de una famosa devaluación en unas elecciones celebradas hace 30 años. ¿Ejemplo viejo acaso? Para nada, porque en ese punto comenzó el progresivo deterioro que hizo de la estable Venezuela el país agobiado y autocrático que es hoy.
 
Hablo del trágico Viernes Negro –siendo presidente Luis Herrera Campíns– que nos colocó en el cráter de un volcán. El drama se escaló por la obsesión de remediar errores con nuevos errores. El presidente Clinton escribió en sus Memorias algo que me gusta recordar: “Cuando estés en un hueco, lo primero que debes hacer es dejar de cavar”.
 
Cavar es insistir en el error. Pero, como se sabe, a cada cochino le llega su sábado. Y para llegar al sábado, los venezolanos tuvieron que pasar por aquel viernes sombrío. Ese día el presidente devaluó el bolívar. Una sola vez, no dos, como ahora nuestro amigo Maduro.
 
El viernes negro, fue eso: una dolorosa devaluación. El golpe lo sintió la gente en la boca del estómago. Y el problema fue la fecha: 18 de febrero de 1983, último año del período constitucional. El opositor Jaime Lusinchi derrotó a esa catedral que fue Rafael Caldera, quien había sido más bien crítico de Herrera. Pero era el candidato oficial. La gente castigó al gobierno y condenó al copeyano que aspiraba a alcanzarlo.
 
Herrera trató de evitar la huida en estampida de las reservas en dólares. Impuso un control de cambios conocido por las siglas de RECADI. Como ocurre siempre y volvió a ocurrir con mucha más fuerza en el gobierno de Chávez, la corrupción estalló en toda su podredumbre.
 
El viernes negro cambió la faz del país. El desengaño social, el profundo desajuste de la economía y la caída del tradicionalmente alto nivel de vida pusieron en berlina la estabilidad democrática.


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