Por Abel Ibarra
Definitivamente, la orientación del periodismo menos responsable de la actualidad sólo se focaliza en el escándalo, el show y la concepción de la noticia como una mercancía rentable en dólares en el mercado de la información.
En la reciente “Cumbre” del Grupo de Río (resulta excesivo el nombre si tenemos en cuenta sus resultados), el foco de la atención estuvo centrado en el altercado habido entre Álvaro Uribe, el presidente de Colombia y, Hugo Chávez, ese remedo trágico de “Le grand dicteur”, la película de Chaplin, que en vez de dedicarse a gobernar en Venezuela, vive arrastrando la carpa del circo para montarla en cualquier sitio donde va.
Es natural que la imprecación de Uribe a Chávez diciéndole “sea usted varón, que estos temas son para discutirlos en este escenario (...) usted suele ser valiente a distancia”, se convierta en el “breaking news” de un evento en el cual quedó demostrado, una vez más, que todo bocón es cobarde, como ocurrió con el Atila de Sabaneta, cuando intentó salirse de la reunión para huir con una bravata del justo reclamo del presidente colombiano.
Pero, soslayar el discurso del Oscar Arias, el primer mandatario saliente de Costa Rica, pieza oratoria de las más finas en cuanto a la sesuda defensa de la democracia y a la elegancia en la exposición de los Argumentos, no es otra cosa que la ejemplificación del mundo bizarro en que estamos viviendo actualmente.