
Por un puñado de dólares
Abel Ibarra
Hugo Chávez nos ha convertido a los venezolanos en unos pordioseros corporativos. La chequera petrolera es el principal vehículo para la compra de conciencias y ha hecho de la dádiva y la limosna un mecanismo perverso del chantaje y la coacción para la compra de conciencias.
La chequera petrolera ha engordado con los altos precios (que ya entran en declive) y ha permitido financiar actividades en Estados Unidos, como la venta de combustible barato a comunidades pobres del país, que, dicho sea de paso, tienen un estándar de vida más alto que el de cualquier venezolano de la clase media.
Eso en lo que se refiere al pan. El circo lo ponen artistas favorecidos por el régimen con jugosos contratos y giras por el exterior, a cambio de su adhesión incondicional a los designios del teniente coronel golpista. Todo, a pesar de que muchos cineastas, músicos, pintores, escritores, bailarines y teatreros, han sido sometidos a un apartheid cultural por mantener una conducta disidente.
Como el circo montado en días recientes por la agrupación musical “Serenata Guayanesa”, en un evento organizado por la Embajada de Venezuela en Estados Unidos, financiado por Citgo y producido (si se puede llamar producción a ese espectáculo desabrido y triste) por José Rivera.
Dio grima ver cómo un grupo de venezolanos (mucho menor al que esperaban), asistió al concierto por el sólo hecho de que era gratis, sin importarle el desastre en que Hugo Chávez tiene sumido al país. El argumento para ir al concierto era que una cosa es el arte y otra la política. O sea, “yo con mi arte tengo”. Hasta aquí cada quien con su conciencia de colaboracionistas con el régimen, malo cuando se mean en la conciencia de los otros.
El caso es que tres mujeres fajadoras como Norma Camero, Vicky Fullop y Raquel Aché, decidieron ir a manifestar su descontento con el régimen chavista, que ha malbaratado casi 800 mil millones de dólares en diez años, que tiene al país al borde del hambre colectiva, que atropella y excluye a todo el que piense distinto y, en general, que ha implantado una protodictadura en Venezuela. La protesta consistía, tan sólo, en vestir una franela con el lema “No más Chávez”, que Norma, Vicky y Raquel, han convertido en su oración cotidiana tratando de que los venezolanos salgamos de las malas.
Pues bien, ocurrió que Norma Camero y Vicky Fullop, fueron desalojadas del sitio por José Rivera, quien apoyado en el argumento de que la Embajada se reservaba el derecho de admisión, recurrió a un policía para cometer el atropello troglodita. Uno se pregunta, cómo es posible que la embajada venezolana prohíba, en otro país, que sus propios representados manifiesten su opinión abiertamente, violentando con ello un mandato de la Constitución Americana que garantiza la libertad de expresión.
Por eso estamos estudiando con los abogados la denuncia del hecho. Lo que no sabemos es si esta acción procede contra la embajada venezolana, contra Citgo, contra José Rivera o contra los tres.
Otro asunto que quedó develado con este atropello es que algunos miembros de la Venezuelan Suncoast Association, no son apolíticos como decían en una polémica que sostuvimos recientemente, sino chavistas confesos con el acto de marras. José Rivera, el “productor” contratado por CITGO, es el esposo de Monipatry Sánchez, ex presidenta de la organización.
Al final del concierto, los asistentes pasaron con la cabeza baja, vueltos un nudo de vergüenza, frente a Norma Vicky y Raquel, quienes permanecieron en la acera de enfrente con sus franelas, sus pancartas y sus banderas. Es una lástima de que la decencia y el buen juicio se pierdan por un puñado de dólares.
Abel Ibarra
Hugo Chávez nos ha convertido a los venezolanos en unos pordioseros corporativos. La chequera petrolera es el principal vehículo para la compra de conciencias y ha hecho de la dádiva y la limosna un mecanismo perverso del chantaje y la coacción para la compra de conciencias.
La chequera petrolera ha engordado con los altos precios (que ya entran en declive) y ha permitido financiar actividades en Estados Unidos, como la venta de combustible barato a comunidades pobres del país, que, dicho sea de paso, tienen un estándar de vida más alto que el de cualquier venezolano de la clase media.
Eso en lo que se refiere al pan. El circo lo ponen artistas favorecidos por el régimen con jugosos contratos y giras por el exterior, a cambio de su adhesión incondicional a los designios del teniente coronel golpista. Todo, a pesar de que muchos cineastas, músicos, pintores, escritores, bailarines y teatreros, han sido sometidos a un apartheid cultural por mantener una conducta disidente.
Como el circo montado en días recientes por la agrupación musical “Serenata Guayanesa”, en un evento organizado por la Embajada de Venezuela en Estados Unidos, financiado por Citgo y producido (si se puede llamar producción a ese espectáculo desabrido y triste) por José Rivera.
Dio grima ver cómo un grupo de venezolanos (mucho menor al que esperaban), asistió al concierto por el sólo hecho de que era gratis, sin importarle el desastre en que Hugo Chávez tiene sumido al país. El argumento para ir al concierto era que una cosa es el arte y otra la política. O sea, “yo con mi arte tengo”. Hasta aquí cada quien con su conciencia de colaboracionistas con el régimen, malo cuando se mean en la conciencia de los otros.
El caso es que tres mujeres fajadoras como Norma Camero, Vicky Fullop y Raquel Aché, decidieron ir a manifestar su descontento con el régimen chavista, que ha malbaratado casi 800 mil millones de dólares en diez años, que tiene al país al borde del hambre colectiva, que atropella y excluye a todo el que piense distinto y, en general, que ha implantado una protodictadura en Venezuela. La protesta consistía, tan sólo, en vestir una franela con el lema “No más Chávez”, que Norma, Vicky y Raquel, han convertido en su oración cotidiana tratando de que los venezolanos salgamos de las malas.
Pues bien, ocurrió que Norma Camero y Vicky Fullop, fueron desalojadas del sitio por José Rivera, quien apoyado en el argumento de que la Embajada se reservaba el derecho de admisión, recurrió a un policía para cometer el atropello troglodita. Uno se pregunta, cómo es posible que la embajada venezolana prohíba, en otro país, que sus propios representados manifiesten su opinión abiertamente, violentando con ello un mandato de la Constitución Americana que garantiza la libertad de expresión.
Por eso estamos estudiando con los abogados la denuncia del hecho. Lo que no sabemos es si esta acción procede contra la embajada venezolana, contra Citgo, contra José Rivera o contra los tres.
Otro asunto que quedó develado con este atropello es que algunos miembros de la Venezuelan Suncoast Association, no son apolíticos como decían en una polémica que sostuvimos recientemente, sino chavistas confesos con el acto de marras. José Rivera, el “productor” contratado por CITGO, es el esposo de Monipatry Sánchez, ex presidenta de la organización.
Al final del concierto, los asistentes pasaron con la cabeza baja, vueltos un nudo de vergüenza, frente a Norma Vicky y Raquel, quienes permanecieron en la acera de enfrente con sus franelas, sus pancartas y sus banderas. Es una lástima de que la decencia y el buen juicio se pierdan por un puñado de dólares.