
El libre comercio con Colombia
MEL MARTINEZ
MEL MARTINEZ
En estos duros tiempos de altos precios para los combustibles y crecientes precios para los alimentos, así como un tambaleante mercado de la vivienda, nuestro gobierno debería hacer todo lo posible para aliviar las presiones impuestas por los precios y fomentar la estabilidad económica. El Congreso tiene en sus manos una posibilidad inmediata para lograr estos objetivos: ratificar el acuerdo de libre comercio con Colombia.
El Acuerdo de Libre Comercio de Estados Unidos y Colombia (CFTA) fue firmado por los presidentes de las dos naciones hace más de 500 días. Más de 400 veces funcionarios de la Casa Blanca han consultado a miembros del Congreso sobre este acuerdo. Cincuenta miembros de la Cámara y del Senado han visitado Colombia para entender mejor el valor de una relación de comercio bilateral. Los hallazgos son casi unánimes: este acuerdo creará puestos de trabajo en Estados Unidos, aumentará nuestras exportaciones y fortalecerá las relaciones con un muy importante aliado latinoamericano. Desafortunadamente, la ratificación de este acuerdo tan vital se ha estancado debido a las acciones de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
Estados Unidos tiene gran necesidad de un estímulo económico. Aprobar este acuerdo comercial incrementará nuestras exportaciones anuales a Colombia en más de $1,100 millones el primer año. Esto se logrará mediante la creación de puestos de trabajo bien pagados para los estadounidenses en un momento en que muchos apenas logran pagar la gasolina de sus autos y las hipotecas de sus casas.
Otros acuerdos comerciales anteriores han probado ser vehículos de creación de empleo en Estados Unidos. Desde la implementación del Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (mejor conocido por sus siglas en inglés, NAFTA), más de 25 millones de empleos se han creado en Estados Unidos. Se calcula que el Acuerdo de Libre Comercio de Centroamérica aumentará las entradas de los trabajadores en $4,700 millones, mientras se crearán más de 137,000 puestos de trabajo en 15 estados, en los ocho próximos años.
Aprobar el TLC con Colombia aumentará la competitividad de las empresas estaodunidenses. Sin la existencia de un acuerdo de libre comercio, las empresas norteamericanas actualmente afrontan aranceles de hasta el 35 por ciento al enviar productos a Colombia; los aranceles son aún mayores en la maquinaria agrícola. Por un lado, un tractor hecho en Estados Unidos cuesta $200,000 en Colombia debido a los aranceles actuales. Por otro lado, cuando los colombianos exportan a Estados Unidos, más del 90 por ciento de sus productos llegan a nuestros puertos sin pagar impuestos. La ratificación de este acuerdo eliminará inmediatamente los aranceles en más del 80 por ciento de productos norteamericanos.
Más de 28,000 compañías de la Florida exportan productos y servicios en la actualidad. Se estima que la relación comercial entre la Florida y Colombia generará entre $4,000 millones y $5,000 millones al año. Las nóminas de la Florida deberán crecer, añadiendo 1,700 puestos de trabajo en el primer año luego de la ratificación del acuerdo de libre comercio. ¿Por qué deberíamos esperar para aprobar un tratado que beneficiará a compañías, trabajadores y comunidades en nuestro gran estado?
También es importante observar que vivimos en una economía global competitiva. Ahora mismo, la Unión Europea gesta un acuerdo comercial con Colombia y otros países de la Comunidad Andina, y Canadá un pacto de libre comercio con Colombia. México ya tiene su propio acuerdo. El mundo no se paraliza mientras en Estados Unidos se analiza si expandir el comercio y crear empleos es una buena política. Ratificar este acuerdo pondría a los Estados Unidos sobre el tapete y ofrecería una mayor estabilidad y seguridad al pueblo colombiano al mejorar su calidad de vida.
Este acuerdo comercial también es beneficioso para nuestras relaciones en el hemisferio occidental. En el centro estratégico de Latinoamérica, Colombia es un aliado especialmente valioso. Colombia ha ayudado enormemente en la guerra contra el tráfico de drogas ilícitas y el terrorismo, y es un ejemplo de democracia y de respeto a las reglas y las leyes en la región.
Colombia es un país en auge, con más de 45 millones de habitantes, poco menos que enFrancia y el Reino Unido y por encima de España, Polonia y Canadá. La sugerencia de aplazar o desmantelar acuerdos comerciales con las naciones acabadas de mencionar sería impensable. El hecho de que Estados Unidos tenga que analizar y volver a analizar, y esperar, es una desventaja competitiva para los trabajadores de este país.
Los detractores del acuerdo comercial señalan los incidentes de violencia contra los sindicalistas que han ocurrido en el pasado como una de las razones para no ratificar el convenio. Estas críticas no reconocen el avance en Colombia en años recientes. En los seis años posteriores a la toma de posesión del presidente Alvaro Uribe, la violencia ha disminuido notablemente. Los ataques contra sindicalistas han bajado un 86 por ciento entre el 2002 y el 2007. Hoy es más seguro ser sindicalista en Colombia que peatón en Nueva York. Los líderes de Colombia siguen esforzándose por poner fin a la violencia y, como dijo el presidente de la Cámara de Representantes de Colombia, ``lograr una nación próspera, pacífica y desarrollada que tenga justicia social''.
Disminuyen cada vez más las oportunidades de llevar este acuerdo ante el pleno antes de concluir el período de sesiones del Congreso. Con razón, el presidente Bush teme que las perspectivas de una relación comercial con Colombia estén en peligro. No podemos darnos el lujo de permitir que la política interfiera con esta oportunidad económica y diplomática de gran importancia para ambos países. Demorar la ratificación crea un precedente histórico peligroso. Terminemos de analizar y esperar, y hagamos el bien tanto al pueblo de Colombia como al de Estados Unidos.
Senador de Estados Unidos (R-FL).