Sunday, July 8, 2007
La responsabilidad de dar noticias
Arturo Rivero-Fons
Cuando en octubre de 1938 Orson Wells emitió su ahora famoso programa radial basado en la novela La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells, produjo un movimiento tectónico que cambió para siempre el mundo de las comunicaciones. Wells presentó en una serie de boletines noticiosos realistas, una supuesta invasión de marcianos a la tierra. Las noticias imaginarias provocaron un estallido de pánico nunca visto. Las líneas telefónicas colapsaron en Nueva York. Decenas de desesperados terminaron lanzándose por la ventana completamente convencidos de que el fin estaba cerca. La emisión también produjo otro efecto no menos dramático: la terrible responsabilidad que supone la elaboración y transmisión de noticias. El episodio de Wells marcó el inicio de un fenómeno que se ha extendido en nuestros días: el protagonismo de los medios sobre la noticia. Como diría McLuhan, “el medio terminó convirtiéndose en mensaje”. Y la credibilidad se convirtió en la primera víctima de la aldea global. Durante años, en Venezuela los medios mantuvieron su distancia prudente de los hechos, para poder narrarlos con independencia. Los medios, especialmente la televisión, actuaba como un espectador de la diatriba entre los poderes, en una época en que el Fiscal y el Contralor de la República hacían sentir su poder y su responsabilidad. Pero entonces llegó Chávez. Todo comenzó a impregnarse del rancio olor de la política. Los poderes que antes fiscalizaban y contenían, se alinearon a favor del comandante. Y muchos medios decidieron que tenían que dar un paso adelante. Saltar de su papel de espectador de la noticia, a protagonista. La credibilidad de los medios nunca había estado en un peor momento como el actual. En la Venezuela de hoy es un imperativo recuperar la credibilidad de los medios. Cuando Venezolana de Televisión, VTV, transmite la noticia identificándose con los actores oficiales, genera poca credibilidad. Por el contrario, cuando Globovisión transmite todas las versiones de los hechos, inclusive la del oficialismo, su respetabilidad y credibilidad crece. El secreto de la credibilidad está en mantener la distancia prudente. No inmiscuirse en los hechos, sino narrarlos con la mayor independencia y equilibrio posible. En la reciente entrevista con The New York Times, el empresario Gustavo Cisneros señaló una gran verdad: un medio tiene la “responsabilidad de dar noticias todos los días sin ser parte de ellas”. No dijo algo desconocido. Esto es precisamente lo que hacen grandes cadenas como CNN y la BBC de Londres. Que Venevisión vaya a seguir este modelo, es de agradecer. A largo plazo, el compromiso con la verdad, venga de donde venga, es la mejor inversión y la mejor política. A fin de cuentas, inventar marcianos como hizo Orson Wells no es la mejor manera de preservar el más importante bien de todo medio de comnicación: su credibilidad
La responsabilidad de dar noticias
Arturo Rivero-Fons
Cuando en octubre de 1938 Orson Wells emitió su ahora famoso programa radial basado en la novela La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells, produjo un movimiento tectónico que cambió para siempre el mundo de las comunicaciones. Wells presentó en una serie de boletines noticiosos realistas, una supuesta invasión de marcianos a la tierra. Las noticias imaginarias provocaron un estallido de pánico nunca visto. Las líneas telefónicas colapsaron en Nueva York. Decenas de desesperados terminaron lanzándose por la ventana completamente convencidos de que el fin estaba cerca. La emisión también produjo otro efecto no menos dramático: la terrible responsabilidad que supone la elaboración y transmisión de noticias. El episodio de Wells marcó el inicio de un fenómeno que se ha extendido en nuestros días: el protagonismo de los medios sobre la noticia. Como diría McLuhan, “el medio terminó convirtiéndose en mensaje”. Y la credibilidad se convirtió en la primera víctima de la aldea global. Durante años, en Venezuela los medios mantuvieron su distancia prudente de los hechos, para poder narrarlos con independencia. Los medios, especialmente la televisión, actuaba como un espectador de la diatriba entre los poderes, en una época en que el Fiscal y el Contralor de la República hacían sentir su poder y su responsabilidad. Pero entonces llegó Chávez. Todo comenzó a impregnarse del rancio olor de la política. Los poderes que antes fiscalizaban y contenían, se alinearon a favor del comandante. Y muchos medios decidieron que tenían que dar un paso adelante. Saltar de su papel de espectador de la noticia, a protagonista. La credibilidad de los medios nunca había estado en un peor momento como el actual. En la Venezuela de hoy es un imperativo recuperar la credibilidad de los medios. Cuando Venezolana de Televisión, VTV, transmite la noticia identificándose con los actores oficiales, genera poca credibilidad. Por el contrario, cuando Globovisión transmite todas las versiones de los hechos, inclusive la del oficialismo, su respetabilidad y credibilidad crece. El secreto de la credibilidad está en mantener la distancia prudente. No inmiscuirse en los hechos, sino narrarlos con la mayor independencia y equilibrio posible. En la reciente entrevista con The New York Times, el empresario Gustavo Cisneros señaló una gran verdad: un medio tiene la “responsabilidad de dar noticias todos los días sin ser parte de ellas”. No dijo algo desconocido. Esto es precisamente lo que hacen grandes cadenas como CNN y la BBC de Londres. Que Venevisión vaya a seguir este modelo, es de agradecer. A largo plazo, el compromiso con la verdad, venga de donde venga, es la mejor inversión y la mejor política. A fin de cuentas, inventar marcianos como hizo Orson Wells no es la mejor manera de preservar el más importante bien de todo medio de comnicación: su credibilidad