RUBÉN M. PERINA | EL UNIVERSAL
viernes 31 de mayo de 2013
El próximo 4 de junio en Argentina se cumplirán 70 años de la llamada Revolución Nacional o de los Coroneles, con la que el coronel Juan Domingo Perón entra a la política del país.
El golpe militar derrocó a un poder civil a cargo de los últimos vestigios de un régimen que gobernaba al país desde 1930, representando una alianza cívico-militar de tinte conservador en lo político pero liberal en lo económico y sostenida por fraude electoral. Se inicia así un proceso de cambio nacionalista, estatista y populista, apoyado por una nueva generación militar (pronazi-fascista y antinorteamericana), por una creciente clase obrera y por un nuevo sector empresarial nacionalista. No obstante, con el triunfo de los aliados en marzo del 45, un sector opositor conformado por una creciente clase media (base del Partido Radical), por residuos oligárquicos y por militares "liberales" y proaliados, exige al gobierno de facto una posición menos ambigua hacia los aliados y la realización inmediata de elecciones -las que Perón gana en febrero del 46 por una estrecha diferencia.
Perón instala, quizás, la primera democracia populista en América Latina, pudiendo realizar sus reformas sociales gracias al auge y estado solvente de la economía y las finanzas del país –resultado de abundantes ingresos por el alto precio de sus exportaciones de cereales y carne. Sus reformas para la "justicia social" beneficiaron merecidamente a los trabajadores y una amplia población marginada y desposeída, secuela de un capitalismo con pocas reglas y una oligarquía terrateniente conservadora y sin conciencia social.
Ese sector popular le quedó eternamente agradecido y le dio mayoría electoral cada vez que él o su movimiento se presentó a elecciones, inclusive durante su prolongado exilio.
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