El mayor obstáculo de los hombres no es la lucha por alcanzar el éxito debe ser la lucha por vencer el miedo que los hará esclavos.
- Antonio Semprun -
Cnel. (GN) Antonio Semprun
Oficial de la Plaza Altamira
Han transcurrido once años desde que en Venezuela un falso profeta llegó al poder por la vía del voto popular, fué elegido por cinco años pero la embriaguez que produce el poder lo ha llevado a romper las reglas democráticas para pretender perpetuarse en él. La necesidad que tiene Chávez de mantenerse en el poder lo convierte en marioneta a la que hay que despertarle, el fantasma de la paranoia para que presuroso le entregue a Ramiro Valdés la Venezuela que no le pertenece y quien ordenó la captura de su primer preso político Oswaldo Álvarez Paz porque este insigne venezolano no es un preso de Chávez.
Chávez y su desgobierno representan antítesis de progreso, abundancia, prosperidad, dignidad y respeto. Este mercader de la mentira ha convertido a Venezuela en un país de carencias donde lo ilógico es lo que se implementa como norma. Destruyó la estructura económica del país, nos ha convertido en un país absolutamente dependiente del exterior, somos el segundo país más corrupto de América Latina superado sólo por Haití, el sistema de salud está en decadencia con la aparición de enfermedades endémicas, el sistema judicial está corrompido, sólo se obedecen las directrices que imparte Chávez, no existe independencia de los poderes del estado, somos el país con uno de los índices de inflación más elevados de la región, la propiedad privada se expropia en la dirección que apunta el dedo índice de Chávez, Caracas es la segunda ciudad más peligrosa del continente detrás de Ciudad Juárez (México), la pobreza crítica se ha incrementado de manera alarmante, se persigue y se encarcela el ''delito'' de opinión, somos el país con el más alto índice de exportación de talentos, un país donde se amordaza la libertad de expresión. Chávez transformó a Venezuela de un país inmensamente rico a un país donde los niños se convierten en acróbatas en las esquinas y las luces rojas de los semáforos para pedir una limosna.
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