miércoles, 2 de julio de 2008

¡Viva Pedro Luis Díaz Lanz!


¡Viva Pedro Luis Díaz Lanz!
Por Luis Conte Agüero


Sus amigos y familiares piden estas palabras. No son difíciles. He compartido esta vida y sus acciones con pasión indesmayada desde que supe que él supo la verdad antes que yo cuando escuchó al déspota decír a otros sus planes de simulación democrática y traición comunista.
Señalé en 1960 que otros habían visto la verdad antes que yo y muchos otros la verían después. Pedro Luis Díaz Lanz la supo antes. Al escucharla renunció a la Jefatura de la Fuerza Aérea y vino en lancha. Era junio de 1959 cuando todavía creíamos o queríamos crecer en cantos de sirenas. Aunque sólo se elogian sus vuelos, timones de lanchas compitieron con aviones sus arrojos. El mar, la tierra y el cielo sintieron las alas de su lucha.
Tras las denuncias naturales del arribo, su primera gran presentación fue el 14 de julio de 1959 en el nuevo edificio del Senado de los Estados Unidos. Allí un subcomuité de actividades enemigas, comunistas, particularmente del Caribe, presidido por Eastland, Senador por Mississippi, escuchó su valiente denuncia.
El 21 de octubre de ese mismo 1959 caminaba yo por el Malecón de La Habana cuando vi un avión que volaba bajito. Dijeron que había bombardeado la ciudad. La única bomba, muy especial, la arrojó su hermano Marcos en un cartucho. Lo que sí perfumó los aires habaneros fue un vibrante y anticipador documento martiano que anunciaba claramente la tragedia de Cuba. Lo divulgó completo Armando Pérez Roura.
A esa tragedia se enfrentó, nos enfrentamos, en numerosas misiones. Trabajamos para la libertad de Cuba. No nos dieron órdenes indignas. No las hubiéramos aceptado. La independencia ante cuerpos de inteligencia y otras esferas de gobierno selló siempre la conducta. Documentos desclasificados lo reflejan. Esa misma desclasificación revela quiebras en un sistema de gobierno que autodenuncia sus actividades de supervivencia y seguridad y persigue a sus propios gladiadores. Pregunténle a Luis Posada Carriles, herido, agredido, lastimado ... y sonriendo ante tales embates.
En la Alianza de Liberación unimos fuerzas el Movimiento de Recuperación Revolucionaria, el Frente Anticomunista Cristiano y la Cruzada Constitucional Cubana. Al disolverse el empeño seguimos en batalla. Si pecamos fue por exceso, no por defecto. Aquiles Chinea, Pedro y yo alzamos en muchas partes palabras y hechos.
Resuelto a continuar su labor, Pedro Luis se afilió a la John Birch Society. Posteriormente se dio a Dios. Predicador en inglés y español a grupos que escuchaban largamente. Entre flujos y reflujos del entusiasmo golpeado por incomprensiones y olvidos volvió con nosotros a viajar. Esta vez en la Ortodoxia y recordando cuando de niño defendió a Eduardo Chibás de una agresión. Por ahí andan fotos.
Herido por las complejidades de la democracia y consagrado a Dios, al cerrarse todos los caminos abrió su propio camino del suelo al cielo, de Cuba y América a la eternidad.
Desde la eternidad Pedro Luis Díaz Lanz seguirá mirando con amor a la patria cubana, todavía prisionera, y con amor también a los Estados Unidos, triunfante nación-paradoja que no sabe premiar a sus héroes. Y Pedro Luis Díaz Lanz fue un héroe, héroe tan lastimado que en el final de su vida dormía en una furgoneta. No lo salvó su riqueza interior. Pero, aún abatid, murió sabiendo que para su tierra y el género humano cumplió su deber.
Por ese intenso y denonado cumplimiento del deber, esta ceremonia no invita a que broten las lágrimas que asoman en duelo sino a saludar esa bandera y esas flores rompientes, a la inspiración y al himno, al himno que estremecía su sensibilidad. Acaso lo escuche ahora mismo cuando lo entonamos sus hermanos, sus hijos, los compañeros de gallardías y combates que esta tarde se bañan de patria y reviven su promesa de lealtad a él y a la bandera mambisa que izó siempre en su columna vertebral.
“Al combate corred, bayameses ...
Ya cantado el Himno Nacional ....¡Viva Cuba libre!¡Viva Pedro Luis Díaz Lanz en los suelos y en los cielos de la historia y el mundo