MEMORIAS DE UN OBISPO. LOS PRIMEROS MESES DE 2002
NOTA PRELIMINAR
La siguiente narración es un capítulo de mis memorias. Tengo la costumbre de tomar nota de todos aquellos acontecimientos en los que me toca participar. El haber fungido como secretario de mis entrañables maestros Mons. Miguel Antonio Salas, -Obispo de Calabozo y Arzobispo de Mérida-, y del Card. José Alí Lebrún, -Arzobispo de Caracas-, me acostumbró a ello. Varias personas me han insistido que las dé a conocer. Las presentes reflexiones han sido revisadas por los eclesiásticos que aquí figuran y que, como yo, fueron testigos de lo que aquí se consigna. Finalmente, debo decir que este recuento no tiene otra finalidad sino ayudar a esclarecer la verdad y salvaguardar la fama de los que aparecemos en estas líneas. De más está decir que asumo plenamente la responsabilidad de la autoría de las mismas.
Baltazar Enrique Porras Cardozo, C.I. 826.599
NOTA PRELIMINAR
La siguiente narración es un capítulo de mis memorias. Tengo la costumbre de tomar nota de todos aquellos acontecimientos en los que me toca participar. El haber fungido como secretario de mis entrañables maestros Mons. Miguel Antonio Salas, -Obispo de Calabozo y Arzobispo de Mérida-, y del Card. José Alí Lebrún, -Arzobispo de Caracas-, me acostumbró a ello. Varias personas me han insistido que las dé a conocer. Las presentes reflexiones han sido revisadas por los eclesiásticos que aquí figuran y que, como yo, fueron testigos de lo que aquí se consigna. Finalmente, debo decir que este recuento no tiene otra finalidad sino ayudar a esclarecer la verdad y salvaguardar la fama de los que aparecemos en estas líneas. De más está decir que asumo plenamente la responsabilidad de la autoría de las mismas.
Baltazar Enrique Porras Cardozo, C.I. 826.599
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