El valor del canje
Abel Ibarra
Continúa el chantaje de los terroristas de las FARC contra el presidente Uribe, los familiares de los rehenes y toda Colombia. Apenas concretada la liberación de los cuatro ex congresistas, declararon que no habría más liberaciones unilaterales y que, para continuar con el proceso de intercambio de “canjeables” por guerrilleros presos, exigían el despeje de los municipios de Pradera y Florida para negociar los acuerdos.
Las palabras son elocuentes. Utilizar el término “canjeables” es de por sí una aberración que caracteriza el negocio macabro que las FARC han venido realizando sobre la base del estupro y la extorsión.
En el comunicado también dan las gracias al presidente Chávez y a la Senadora Piedad Córdoba por los trámites realizados para lograr esta liberación, sin mencionar la cantidad de dinero que ha rodado por debajo de la mesa, como parte de todo este plan que no persigue otro objetivo que es el de enlodar la exitosa gestión del presidente Uribe al frente del gobierno. Ochenta por ciento le dan las encuestas.
El caso es que las FARC están derrotadas militar y políticamente. Desde el punto de vista militar han quedado arrinconados en la selva de San Vicente del Caguán por el asedio de las tropas colombianas. Políticamente acaban de obtener una de sus más grandes derrotas cuando millones de personas en el mundo entero y las organizaciones internacionales de mayor relieve, rechazaron la propuesta de Chávez de que se les diera estatus político y carácter de fuerzas beligerantes. El mundo les dijo que no y quedaron enterrados en el hueco de su condición de terroristas.
Así, no les queda otro remedio que recurrir a la presión sobre los rehenes y sus familiares, para continuar con la cruel situación y poner a Uribe entre la espada y la pared. Si ya han sido liberados algunos rehenes, no hay nada que impida que los demás también puedan serlo sin necesidad de crear la cacareada zona de despeje, ha dicho el ministro de defensa colombiano. Pero el serrucho se tranca porque, de hacerlo, las FARC quedarían sin los escudos humanos que les sirven de protección.
Sin embargo, hay varios hechos que contribuyen a distorsionar el proceso de este mal llamado “canje humanitario”. Uno de los más dañinos lo ejemplifica el presidente de Francia, Sarkozy, quien al proponerse como mediador para lograr la liberación de Ingrid Betancourt, se refiere a los terroristas como si fueran unos boy scouts.
Y, también, las acusaciones del ex esposo de Betancourt contra el presidente Uribe, señalándolo como el culpable de que su liberación se haya demorado. Ninguno de los dos se ha dado cuenta de que lo único logrado, es que el “valor de canje” de la ex candidata presidencial, haya subido en el mercado negro del chantaje y la coacción. Porque uno se pregunta: ¿Los otros rehenes, muchos de ellos con más diez años en cautiverio, no son seres humanos iguales sometidos al escarnio y la crueldad?.
Uno entiende lo que se conoce como el síndrome de Estocolmo, en el cual los capturados terminan en una relación de dependencia emocional con sus captores. Esto lo saben Chávez y la Senadora Córdoba, quienes sin piedad ninguna, protegen a los terroristas para lograr el agradecimiento de rehenes y familiares, entrando en un negocio lastimero donde todos perdemos. Vale.
Abel Ibarra
Continúa el chantaje de los terroristas de las FARC contra el presidente Uribe, los familiares de los rehenes y toda Colombia. Apenas concretada la liberación de los cuatro ex congresistas, declararon que no habría más liberaciones unilaterales y que, para continuar con el proceso de intercambio de “canjeables” por guerrilleros presos, exigían el despeje de los municipios de Pradera y Florida para negociar los acuerdos.
Las palabras son elocuentes. Utilizar el término “canjeables” es de por sí una aberración que caracteriza el negocio macabro que las FARC han venido realizando sobre la base del estupro y la extorsión.
En el comunicado también dan las gracias al presidente Chávez y a la Senadora Piedad Córdoba por los trámites realizados para lograr esta liberación, sin mencionar la cantidad de dinero que ha rodado por debajo de la mesa, como parte de todo este plan que no persigue otro objetivo que es el de enlodar la exitosa gestión del presidente Uribe al frente del gobierno. Ochenta por ciento le dan las encuestas.
El caso es que las FARC están derrotadas militar y políticamente. Desde el punto de vista militar han quedado arrinconados en la selva de San Vicente del Caguán por el asedio de las tropas colombianas. Políticamente acaban de obtener una de sus más grandes derrotas cuando millones de personas en el mundo entero y las organizaciones internacionales de mayor relieve, rechazaron la propuesta de Chávez de que se les diera estatus político y carácter de fuerzas beligerantes. El mundo les dijo que no y quedaron enterrados en el hueco de su condición de terroristas.
Así, no les queda otro remedio que recurrir a la presión sobre los rehenes y sus familiares, para continuar con la cruel situación y poner a Uribe entre la espada y la pared. Si ya han sido liberados algunos rehenes, no hay nada que impida que los demás también puedan serlo sin necesidad de crear la cacareada zona de despeje, ha dicho el ministro de defensa colombiano. Pero el serrucho se tranca porque, de hacerlo, las FARC quedarían sin los escudos humanos que les sirven de protección.
Sin embargo, hay varios hechos que contribuyen a distorsionar el proceso de este mal llamado “canje humanitario”. Uno de los más dañinos lo ejemplifica el presidente de Francia, Sarkozy, quien al proponerse como mediador para lograr la liberación de Ingrid Betancourt, se refiere a los terroristas como si fueran unos boy scouts.
Y, también, las acusaciones del ex esposo de Betancourt contra el presidente Uribe, señalándolo como el culpable de que su liberación se haya demorado. Ninguno de los dos se ha dado cuenta de que lo único logrado, es que el “valor de canje” de la ex candidata presidencial, haya subido en el mercado negro del chantaje y la coacción. Porque uno se pregunta: ¿Los otros rehenes, muchos de ellos con más diez años en cautiverio, no son seres humanos iguales sometidos al escarnio y la crueldad?.
Uno entiende lo que se conoce como el síndrome de Estocolmo, en el cual los capturados terminan en una relación de dependencia emocional con sus captores. Esto lo saben Chávez y la Senadora Córdoba, quienes sin piedad ninguna, protegen a los terroristas para lograr el agradecimiento de rehenes y familiares, entrando en un negocio lastimero donde todos perdemos. Vale.