El mito Cisneros
Alfredo Rivero Fons
Copiado de La Verdad y la Libertad
http://laverdadylibertad.blogspot.com/
Fueron los griegos los primeros en comprender la vasta influencia de los mitos en la vida cotidiana de los hombres. La compleja trama mitológica que crearon aún resuena en todos los órdnes de nuestra cultura. Un mito básicamente es una historia fantasiosa, contada de una forma elocuente, que encierra un mensaje. El mensaje puede ser bueno o malo. Para los fines del mito, realmente no importa. Lo que importan son las imágenes.
Fíjense en el mito de Narciso. Enamorado de sí mismo, terminó ahogado en la alberca, tras su propia imagen. El mito tiene extraordinarias traspolaciones. No es que el episodio ocurrió realmente. No importa. Lo poderoso es la enseñanza que conlleva.
Los nazis fueron los maestros en el uso de los mitos con fines políticos. Crearon uno, el "mito del superhombre", según el cual una raza de hombre elegidos, con características específicas, eran los únicos llamados a dominar el planeta. Esto dio lugar a varios "submitos". Uno de ellos fue el mito de la raza aria, la raza perfecta. Otro el mito del imperio que según Hitler iba a durar mil años. Los alemanes no encontraron razones para no creer en estos mitos. Los resultados, como todos saben, fueron extremadamente desastrosos.
Probalemente el mito más efectivo fue el mito creado por Joseph Goebbels. Era el ministro de propaganda de Hitler. Creó, y luego comprobó sus terribles aplicaciones que comprobó fielmente, el mito de que una mentira repetida mil veces, se convertía en una verdad. Los judíos son una raza despreciable. De tanto repetirlo, esta creencia de origen racista y totalmente ajena a la realidad, terminó por imponerse. Era el triunfo del mito sobre la verdad.
En Venezuela los ejemplos sobran. En la década de los 50, Pérez Jiménez creó el mito de la democracia desarrollista, según la cual gracias con el dinero petrolero, sin esfuerzo de la gente, todos podían tener acceso a la riqueza. Cuando el petróleo cayó, la realidad se vino encima. Y luego cayó la dictadura. El mito sirvió para encubrir un masivo robo de dineros del erario nacional.
Luego vino el mito de los empresarios, particularmente Cisneros. Se ha dicho de todo, y de tanto repetirlo, mucha gente ha terminado por creer la verdad. No cabe duda de la notable influencia del empresario en la historia contemporánea de Venezuela. Pero también habían otros empresarios no menos influyentes, y personalidades. Pero la máquina de hacer mitos tenía ya un objetivo preciso: propalar el mito Cisneros.
Uno de los mitos que se escuchan más recientemente es el que da cuenta de un Cisneros intrigante y superpoderoso como para obligar a Chávez a capitular y negociar. Imagínese el lector: el hiperrevolucionario Hugo Chávez dejando al lado su prosapia marxista-leninista, para pactar con la antítesis del buen comunista. A pesar de la aparente dislexia de este mito, terminó imponiéndose gracias a la maquinaria mitológica impulsada por sectores particulares que se mantienen tras bastidores.
"Cisneros es tan poderoso que puso a Chávez de rodilla con la ayuda de Carter", dice la conseja. ¿Chávez de rodilla frente a Cisneros? ¿Chávez cediendo frente a las presiones de Cisneros?
Recientemente el político de derechas Alejandro Peña Esclusa lanzó al ruedo otro mito tenazmente sostenido: la cualidad de narcotraficante y de controlador del sistema judicial venezolano atribuida a Cisneros. Peña Esclusa dice que supuestamente fue perseguido por el aparto jurídico del empresario. No dice que colaboró activamente con el tenebroso Lyndon Larouche para someter a Cisneros al escarnio público. No explica cómo es que, en la época en que supuestamente circuló el libro "Narcotráfico, S.A.", como es que Cisneros logró eludir la enorme ofensiva que la DEA estaba ejerciendo contra el tráfico de drogas, la misma presión que causó la caida de Manuel Noriega en Panamá, y luego el fusilamiento de Arnaldo Ochoa y Tony La Guardia en Cuba, por su presunta participación en el negocio de la droga colombiana.
Peña Esclusa, como buen político formado en el facismo, utiliza la máxima de otro fascista histórico, Joseph Goebbels, para ayudar a construir un mito. Y dentro del mito, disfrazadas de medias verdades y mentiras ocultas, yace el mensaje. "Cisneros es un hombre misterioso, cuyo poder va más allá de los gobiernos, de los políticos, de la economía". Es el mito del superhombre en su versión más reciente, disfrazada convenientemente en el discurso de Peña Esclusa. Como el mito de Narciso, Peña Esclusa termina enamorado de su propia imagen en su propio pozo propagandístico, buscando salpicar a todos. Esclavo de su propio mito.