Periscopio Venezuela 1 de octubre, lunes
Compilador José Hernández*
1. Faltan SEIS días para el cambio.
2. “Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” en algún punto hemos citado Hebreos 11:1. Pero lo de ayer fue demasiado fuerte para el incrédulo, demasiado duro para el pesimista, contundente para quienes no pueden ver. El que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que escuche. La calle, el pueblo, la vibración, la energía y la verdad están con Capriles y esta semana se ha venido demostrando. De las decenas de notas de opinión, de sesudos analistas, en varios medios impresos o cibernéticos, que muestran el entusiasmo por la campaña de Capriles, quiero destacar esta de un eterno pesimista Armando Durán: http://www.el-nacional.com/opinion/Venezuela-vibra-Capriles_0_53394822.html, “Venezuela vibra con Capriles”: “La única manera real de medir la voluntad del elector venezolano una semana antes del acto decisivo de votar es percibir el sentimiento que hoy domina las calles de Venezuela. Que está allí, al alcance de tu mano, muy vivo y palpable. Una vibración que a pesar de mi escepticismo siento crecer por todas partes. Una sensación de triunfo sin remedio. O como me advertía un taxista en el centro de Caracas: “Capriles, para todo el mundo”… Se trata de una verdad imposible de no ver y sentir. Hasta en las filas del chavismo más duro (o será que ya no hay chavistas duros) el sabor amargo de la decepción lo impregna todo de un gustillo envenenado. Hasta el propio Hugo Chávez se ha referido a lo que ocurriría en “el supuesto negado” de que él perdiera las elecciones, una posibilidad que nunca antes había aflorado en su discurso… También se trata de tener ojos y comprobar lo que ha ocurrido estos días en Tucupita, en Maturín, en Yaracuy, en Carabobo, en Maracay (¿se imaginan, Maracay, otrora territorio chavista y militar por excelencia?), en Maracaibo; lo que ocurrirá el domingo en Caracas (escribo estas líneas el viernes al mediodía). Lo nunca visto. Una indetenible bola de nieve que estalla en cada rincón del país en sucesivas explosiones de entusiasmo popular, capaz de moverle el piso al más suspicaz de los incrédulos (léase, mi piso), pues uno tiene la impresión de que al paso vertiginoso de Capriles, Venezuela, trepidante como un terremoto, vibra de pura emoción.” Como lo reconoce Durán escrito el viernes sin ver la marcha de ayer. Es eso que yo llamo el ALEZON (alegría con cagazón) un revoltillo que se siente al final del esternón en plena boca del estómago. El reloj lo marca Capriles con un tiempo diferente algo que logra que un pesimista puro como Armando Durán escriba cosas como esta: “Y, por primera vez en tantos y tan duros años de avanzar ciegamente hacia el abismo, me siento optimista. Radicalmente optimista. Confiado en que dentro de nada, los venezolanos seremos protagonistas de una jornada grande y heroica, en el curso de la cual muchos millones de venezolanos votarán alegremente por el futuro de la nación, y en la que, por mucho que les cueste y duela, civiles y militares del régimen, con su comandante presidente a la cabeza, se verán obligados a reconocer el triunfo del adversario. Requisito indispensable para colocar a Venezuela en el deseado camino de la paz y del progreso… Confieso que esto es lo que siento en las calles. Una vibración de victoria profunda e irreductible. Y me siento feliz.” La verdad está frente a nosotros.
continua
http://textosyanexos.blogspot.com/2012/10/periscopio-venezuela.html