El candidato presidencial republicano Mitt Romney conversa con Ruth López Novodor, directora general de Beverly Oncology and Imaging, en una mesa redonda de negocios celebrada en la empresa Endural LLC, el lunes pasado, en Costa Mesa, California. Jason Redmond / AP
Foto Guillermo DescalziGuillermo Descalzi
Hay cambios de dirección que no producen cambio alguno. Se llama palíndromo a cualquier palabra que se lea igual de derecha a izquierda como de izquierda a derecha. Un ejemplo es ‘kayak’. Tomo licencia del lenguaje para decir que la campaña Romney es un palíndromo. No importa que su candidato siga moviéndose a la derecha o vire a la izquierda para regresar al centro del que salió, los republicanos seguirán viendo y leyendo la misma falta de autenticidad en él. También tomo licencia para llamar palíndromo a un circuito de carreras a lo Sarah Palin, un velódromo figurativo donde Romney cumple el papel, si bien para la presidencia, de ella en el 2008. Romney versión Palin necesita su McCain para vicepresidente, alguien que le contribuya legitimidad conservadora. No importa a quien consiga, la inseguridad del ticket está en Romney, y nadie se la va a dar sin cambiarlo a él. Necesita legitimización porque el partido simplemente no se siente cómodo con su candidato. Lo apoya sin entusiasmo, y el país nunca ha elegido un candidato que no entusiasme a su propio partido.
La ultraderecha controla a los republicanos y su representación en el Congreso. No hay representante o senador republicano que no la sienta llevándolos a un
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