domingo, 11 de septiembre de 2011

El imperio de la tozudez


Abel Ibarra

Lo mejor que tiene la aprobación de los viajes a Cuba desde Tampa es que quien no quiera ir puede perfectamente no hacerlo, porque en los Estados Unidos vivimos una democracia plena que consagra el libre albedrío de las personas, lo cual pareciera una verdad de Perogrullo pero que nos obligamos a mencionar para consumo exclusivo de los tozudos.
Lo segundo en importancia (sólo por el ocio de enumerar) es que el precio de los boletos de avión es el mismo que cobran en Miami, con la ventaja de que los tampeños se ahorrarían el cansancio de las cuatro horas hasta el aeropuerto de allá y el gasto de la gasolina que no tiene conductas predecibles y cambia “como las fases de la luna”, parafraseando a Hamlet cuando se queja de las liviandades de su mamá, con el “fragilidad, tienes nombre de mujer”.
Quienes generalmente se oponen a este tipo de iniciativas son los que conforman el phylum de la “ortodoxia testa dura”, generalmente atada a ideas inamovibles como la supuesta necesidad de mantener el embargo a Cuba, de asesinar a Fidel Castro y por mampuesto a su delfín Chávez, para terminar siendo más antediluvianos que Raúl , quien acaba de decir en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba y ante la Asamblea Nacional que: “Más de una vez hemos dicho que nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho menos sus asalariados locales, sino nuestros propios errores y si son analizados con profundidad, se transforman en lecciones” (a confesión de parte, a otra cosa mariposa).
La otra cosa es el asunto del intercambio artístico que está ocurriendo entre Estados Unidos y Cuba, cuyo último episodio ha sido el de la visita del conocido trovador Pablo Milanés, quien ha manifestado una postura crítica frente al régimen cubano, por ejemplo, cuando se negó a firmar una carta de apoyo al fusilamiento de tres muchachos que se apropiaron de una lancha para huir de Cuba y de manifestar su rechazo a las agresiones que sufren las Damas de Blanco, aun cuando confiesa ser revolucionario y ser partidario del régimen. 
¿Y todo esto qué significa?, bueno, en principio, que las fronteras existentes entre los que siguen fieles al comunismo como Pablo y los abiertamente disidentes como Yoani Sánchez (quien le tendió una mano al cantautor en un artículo reciente) están comenzando a diluirse en razón de las evidencias de que el régimen toca a su fin, a pesar de la destemplanza de ese cave canem de presa que es Silvio Rodríguez.
En un artículo de fina catadura escrito por el poeta cubano residente en Miami, Joaquín Galvez, es mencionada una conversación que tuvo Carlos Alberto Montaner con Vaclav Havel, escritor y luego presidente de Checoslovaquia, a la caída del comunismo, con relación a cómo lograron “librarse de tantos ex miembros y colaboradores del gobierno comunista de Praga y el  escritor y ex preso político le respondió, que como era tan larga la lista de los implicados para el ajuste de cuentas, no les quedó más remedio que ponerle punto final al asunto y echar la basura en el estercolero”.
Pero hay los que no entienden nada porque les ocurre como aquel personaje de Antonio Machado que no tienen “sino algo más o menos el vacío del mundo, en la oquedad de su cabeza”.