Carlos Alberto Montaner
'Lo que la dictadura de los Castro secretamente desea es que se prohíba el concierto.'
Pablo Milanés. (TIMBA.COM)
Me parece muy bien que Pablo Milanés cante en Miami y en donde quiera que exista un público que desee escucharlo. Eso forma parte del ejercicio de la libertad de expresión inexistente en Cuba. Tampoco censuro que quienes no estén de acuerdo con su presencia en los escenarios floridanos se manifiesten pacíficamente, como establece la ley o, simplemente, decidan no acudir.
Las protestas cívicas espontáneas de la sociedad civil son síntomas de que la democracia, la diversidad y la tolerancia viven y colean. En cambio, los actos de repudio organizados por la policía política, como ocurre en la Isla (como el que sufrió Mike Porcell, por ejemplo, orquestado por sus excompañeros de la Nueva Trova), trufados de violencia y de injurias contra personas indefensas, son demostraciones repugnantes de la intransigencia de una dictadura de matones que impone sus ideas por medio de la fuerza y la intimidación.
Pablo Milanés, en una entrevista aparecida en El Nuevo Herald, asegura que es un revolucionario de izquierda que desea perfeccionar el muy defectuoso socialismo, dotándolo de un espíritu de inclusión y tolerancia que acepte otras voces y le dé cabida a la libertad. De esa conversación con el periódico se trasluce que no es un esbirro ciego al servicio de la opresión, sino un simpatizante crítico y condicional del régimen. No es la primera vez, por cierto, que en entrevistas realizadas fuera de Cuba el cantautor se ha quejado de los excesos represivos del castrismo y de la cúpula dirigente.
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