La Florida va camino del fundamentalismo. Pero el gobernador Rick Scott y los legisladores ultraconservadores parecen desconocer cómo llegar.
Por una parte, aspiran a minimizar la injerencia del gobierno en asuntos ciudadanos como la educación pública y los servicios sociales a la población necesitada. Por otro, son partidarios de que el gobierno interfiera en las decisiones personales de los ciudadanos.
En Tallahassee hay un arroz con mango. Esta semana la Legislatura aprobó un paquete de leyes radicales que vinculan buena parte del contrato y sueldo de los maestros al rendimiento de los alumnos en pruebas como el FCAT. La ley también elimina la antigüedad de los maestros por contratos anuales para los nuevos profesionales, quienes no tendrán seguridad laboral y huirán de las escuelas públicas de la Florida.
Terrible manera de penalizar a los maestros de las escuelas en barrios pobres, que suelen estar entre los más dedicados, y a los alumnos desaventajados. Es descabellado igualar el rendimiento de un niño que desayunó bien junto a sus padres amorosos con el de un niño que no pudo