viernes, 11 de marzo de 2011

Gadafi, tres y una plegaria


Gadafi, tres y una plegaria


Abel Ibarra



La amenaza de Gadafi de dar hasta la última gota de sangre en su intento por perpetuarse en el poder, recuerda la misma arrogancia disfrazada de heroísmo que utilizaba el general Noriega en Panamá para amedrentar a sus opositores.

Noriega se montaba en una tarima para despotricar contra sus adversarios internos, contra el “imperio” y contra cualquiera que osara plantarse frente al filo del machete que ondeaba en el aire como lazo que quiere atrapar moscas, prometiendo hasta la última gota de sangre para defenderse en caso de una “agresión” norteamericana.

Hasta que, con las pruebas en mano acerca de su colaboración con el tráfico de drogas hacia Estados Unidos (donde algo oculto le salpica a Cuba con el caso del fusilamiento del general Ochoa) el ejército norteamericano se metió en la propia sede episcopal para capturarlo y el bravucón sólo atinó tres detonaciones y una plegaria, entregándose mansamente.

Lo mismo ocurrió con Gadafi cuando ordenó a un terrorista tarifado la voladura de un avión de Pan Am que terminó cayendo sobre la población de Lockerbie en Escocia, matando a todos sus ocupantes más once residentes de la zona.

El ejército americano respondió a la agresión bombardeando el propio palacio de Gadafi en Trípoli, hecho donde resultó muerta una hija del dictador Libio y éste, como el cobarde que se oculta tras un acto de terrorismo anónimo y a pesar de todas sus bravuconadas, no dijo ni pío.

Ahora, en su delirium tremens ante la posible deposición del sistema autoritario que ha implantado en su país durante más de cuarenta años, ha dicho que su pueblo lo ama y que llegaría hasta a sacrificar su vida por defenderlo: “Estamos listos para entregar armas a un millón, 2 millones o 3 millones, y va a comenzar otro Vietnam. No nos importa. Ya no nos importa nada”.

Y esa es la verdad que hay tras las bambalinas retóricas del autócrata, que está armando mercenarios de Europa y África, apoyados por armas pesadas y ataques aéreos en su intento por diezmar a las tropas rebeldes apostadas en el occidente del país, donde se encuentra buena cantidad de pozos petroleros.

Los rebeldes han formado un gobierno de transición que, a pesar de lo precario y de la superioridad armamentista y monetaria de Gadafi, está apostado en la zona liberada de Benghazi, la segunda ciudad de Libia, y han terminado capturando en Briga a oficiales y soldados tarifados mientras contingentes de la marina se suman a los rebeldes, según reporta la cadena televisiva Al Arabiya.

Mientras tanto, el Mariscal de Sabaneta, Hugo Chávez, propone un garabato de plan de paz tratando de demorar las acciones, mientras las fuerzas de Gadafi continúan en su intento por pulverizar a los rebeldes bajo el tableteo de la artillería pesada y discursos grandilocuentes de los dos energúmenos.

Cuando Guillaume Apollinaire, el famoso poeta francés de los “Caligramas”, fue enviado como corresponsal al frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial, solía enviar reportes de supuestos avances de los ejércitos aliados sobre territorio alemán.

Al ser imprecado por sus superiores acerca de la falsedad de tales informes, el poeta respondía: “adelantarse a los acontecimientos es la mejor manera de provocarlos”, razón por la cual queremos invocarlo para adelantar que Gadafi será vencido por el pueblo libio. Amén.

Se escuchan flatos.