BY RAQUEL REGALADO
La semana pasada en las noticias se hablaba de que alguien que compró un boleto de la lotería en el sur de la Florida se ganó el premio gordo de 2 millones de dólares.
En estos tiempos tan difíciles lo primero que pensé fue que al que Dios se lo dio, San Pedro se lo bendiga. Pero después me puse a pensar sobre la lotería y la educación, sobre las promesas incumplidas y sobre el llamado a la reforma de nuestro sistema de educación pública. Y aunque algunas de las reformas tienen mérito, estoy sumamente preocupada por el llamado a privatizar nuestro sistema público, no solamente por las limitaciones legales sino también porque nuestro país es uno de los pocos que por ley no puede negarle la educación de kindergarten a duodécimo grado a ningún niño.
Detrás de estas reformas viene la realidad económica: el estado de la Florida tiene un déficit de 3 mil 650 millones de dólares. Y la semana pasada, mientras aquí se hablaba de quién se ganó el premio gordo en Tallahassee, nuestros representantes discutían reducir el presupuesto para la educación estatal del 3 al 10 por ciento. Pero en Tallahassee nadie ha mencionado reformas a la lotería y a la manera que se distribuyen sus ganancias.
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