miércoles, 12 de enero de 2011

La masacre que viene

EN EL Capitolio de Washington, un grupo de personas hace fila para firmar un libro de condolencias por la matanza que tuvo lugar el sábado en Tucson, Arizona

BY JORGE RAMOS AVALOs

Esta es la historia de cómo un intento de diálogo terminó con un disparo en la cabeza. Desafortunadamente no es un hecho aislado. Ha ocurrido en el pasado y, si nada cambia rápida y radicalmente, se volverá a repetir muy pronto.
Lo único que quería hacer la congresista Gabrielle Giffords el sábado pasado por la mañana era reunirse con posibles votantes frente a un supermercado en Tucson, Arizona. Pero Jared Loughner, cargando toda la intolerancia del mundo y con una pistola, terminó con el diálogo y con la vida de seis personas, incluyendo una niña de nueve años de edad.
¿Por qué ocurrió esto? Primero lo obvio. Porque el joven blanco de 22 años de edad pudo conseguir una pistola semiautomática que le permitió disparar en múltiples ocasiones sin tener que recargar el arma.
Es facilísimo comprar rifles y pistolas en Estados Unidos. La segunda enmienda de la Constitución estadounidense lo permite. Ese derecho tenía sentido en 1791. Pero en el 2011 ya no. Es necesario poner muchas restricciones a aquellos que quieran adquirir armas de fuego. Pero muy pocos políticos se atreven a proponerlo por el temor de ser atacados por la influyente National Rifle Association (NRA) y ser objeto de sus campañas durante las elecciones.

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