Abel Ibarra
Tengo la impresión de que los latinos no lo estamos haciendo del todo bien en Estados Unidos. Cada vez que veo una entrevista en cualquier medio de la vitrina comunicacional, un zumbido me taladra los tímpanos cuando escucho que “debemos rescatar nuestras raíces culturales”.
Los discursos, cortados todos por la misma tijera de imprecisiones, tienden a hacer apologías de nuestros tubérculos mentales y, de inmediato, comienza la recomendación del culto a la arepa, tamales, tortillas, pupusas y demás productos multinacionales de la nostalgia.
Porque, la verdad, es que el único esfuerzo que hay que hacer para lograr el manido “rescate”, es estirar el brazo al momento de recoger todo tipo de provisiones manufacturadas de los estantes del supermercado.
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