BY SABINA COVO
Caminaba por Coconut Grove un viernes al atardecer y en una esquina me encontré con un señor algo repuesto y canoso, seguramente mayor de 60 años, de barba tipo Papá Noel y pantalón de tirantes, que cantaba con una voz tan bella que me recordaba a Frank Sinatra. Estaba acompañado por una mujer un tanto mayor que él, que tocaba el piano magistralmente. El espectáculo era presenciado por parejas de todas las edades, pero en particular me llamaron mucho la atención unas dos o tres parejas de viejitos, que cantaban cada canción y aplaudían con entusiasmo. Había además varias parejas de jóvenes con sus hijos (incluyendo sus coches con sus bebés, que disfrutaban de la música por igual). Por un momento me sentí en Nueva York, ciudad en la que no hay edad para la música y en donde el arte es pionero. En otra esquina había otro grupo de personas tocando tambores en círculo.
Continua
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/611265.html