jueves, 5 de febrero de 2009

El latino, marca comercial perecedera



El latino, marca comercial perecedera
Abel Ibarra

La palabra “Latino” termina siendo una marca comercial perecedera y desechable. Algunos medios de comunicación suelen exaltar hasta la cursilería y el ridículo la condición de latinos de quienes vivimos en los Estados Unidos, sobre todo, para penetrar comercialmente un “mercado” que crece cada año en proporción geométrica; aunque el mascarón de proa de esa estrategia de mercadeo se fundamente en destacar los “valores culturales” de esa gran masa migratoria. Nuestras fechas patrias, onomásticos, santorales y todos los momentos que puedan ser recordados para mantener en vilo nuestra “identidad cultural”, suelen ser destacadas en ediciones especiales destinadas a celebrar nuestra condición de transterrados que no hemos perdido la memoria.
Cuando se trata de apoyar nuestras luchas en el intento por lograr la legalización de millones de indocumentados que viven aquí partiéndose el lomo y de apoyar éste u otro candidato que favorecería la aprobación de un plan de inmigración integral, se destinan espacios televisivos, radiales y de prensa, a celebrar con creces el “orgullo latino” y a promover la idea, justa por demás en sí misma, de la importancia de nuestro aporte a la vida cotidiana de Estados Unidos.

La crisis económica
Pero, y este es un pero de muchísimos bemoles, nuestras cabezas no siempre terminan iluminadas por los cenitales de la celebración, sobre todo, cuando se trata de hacer “economías” para el beneficio de las empresas que desechan, paradójicamente, a los latinos que decían estimar. Éste es el caso del despido, sin explicación ninguna a los televidentes, de María del Pilar Ortiz, el ancla del noticiero de Univisión, que durante diez años contribuyó a darle contenido periodístico local a ese canal televisivo.
María del Pilar llegó un viernes a su trabajo como lo hacía habitualmente y le comunicaron que ya no trabajaba más para el canal y que sus “cosas” estaban ya recogidas en cajas fuera de la oficina. María del Pilar, exaltada hasta la saciedad por su condición de latina, se convirtió en un producto desechable de la noche a la mañana porque la empresa se vio en la necesidad de capear el temporal de la crisis económica, eso sí, manteniendo su margen de ganancias, pero sacrificando a una profesional que decían estimar, sobre todo, por su procedencia étnica.
Pilar fue víctima, como lo he sido yo, de una frase que dice Liza Minelli en la película Cabaret: “Money makes the world go around”, el dinero hace girar el mundo. Explico. Desde hace ya tres años he estado presentando en Univisión, sin devengar ninguna compensación económica, el segmento “En pocas palabras”, dedicado a hurgar en el origen de los vocablos de nuestro español de cada día. En una que otra ocasión le planteé a la misma Pilar la posibilidad de obtener algún estipendio por este esfuerzo, pero las respuestas me obligaron a seguir haciendo el programa sólo por amor al arte.

Los sacrificios
Llegados al llevadero de las soluciones, algunos empresarios plantean, sólo declarativamente, que es el momento de los sacrificios para solventar la crisis pero, eso sí, el sacrificio tienen que hacerlo “los otros”, en este caso, quienes se montaron sobre sus hombros el desarrollo profesional de la empresa que terminó botándolos.
Por eso me resultó sorprendente un comentario que me hizo Pat Manteiga, el dueño de La Gaceta, donde trabajamos ocho empleados, tres columnistas que cobran religiosamente sus colaboraciones y dos correctores de prueba que hacen lo suyo propio; además, por supuesto de la propia familia de Pat integrada por su mamá, su esposa y sus dos hijas. El caso es que la empresa no pagó impuestos el año pasado por una sencilla razón: el periódico no tuvo ganancias y, a pesar de eso, los Manteiga conservan el periódico sin ampulosidad ni avaricia y, sobre todo, sin despedir a un solo empleado.
Latino es el color de una tragedia que acaba de ocurrir en la que un inmigrante asesinó a su mujer, a sus hijos y se suicidó porque lo habían despedido del trabajo. A partir del trágico suceso, los medios han invertido horas y horas de programación y gastado ríos de tinta para lamentar el hecho, consultar a especialistas para atenuar en los televidentes el miedo que causa la situación y, como en un carrusel, volver a las andadas exaltando la condición hispana del difunto y su familia que, lamentablemente, terminaron siendo perecederos y desechables, pero esta vez para siempre.
Y a estas alturas uno se pregunta, ¿dónde estará César Laura, periodista que ayudó a ganar muchos premios a 7 Días y fue despedido para paliar la crisis económica?. Vale.