ALLENDE ALTIVO, CHAVEZ LLORON
Por Alexis Ortiz.
Después de dilapidar 700 mil millones de dòlares y de controlar todos los poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Fiscalìa, Contraloría, Defensorìa del pueblo, la mayorìa de las gobernaciones y alcaldías, el aparato militar y policial y la riqueza petrolera nacional, el resultado de nueve años de gobierno del teniente coronel golpista, Hugo Chàvez, no puede ser màs pìrrico:
Crecimiento de la pobreza y el desempleo; una inflaciòn espantosa; desabastecimiento; desenfreno de la inseguridad y la corrupción; deterioro de la infraestructura pùblica; perseguidos polìticos presos, torturados, desterrados y hasta asesinados; zarpazos a la libertad de expresión; envilecimiento de la imagen internacional de Venezuela, por la virulencia, las payasadas y desplantes del presidente, amèn del imperialista chantaje petrolero a naciones màs dèbiles; etc.
Por todo eso Chàvez no resiste una comparación, ni siquiera, con el peor gobernante civil que haya habido en Amèrica Latina en nuestros siglos republicanos. Ningún jefe de estado civil ha manejado tanto dinero y concentrado tanto poder como Chàvez. Con ninguno la corrupción, el desbordamiento de la delincuencia, la inflaciòn y la represiòn alcanzaron el desmadre chavista.
Pero es que Chàvez no resiste tampoco un cotejo con otro dirigente que intentò la implantación del socialismo por la vìa electoral, Salvador Allende, de Chile. Es cierto que Allende con su inviable programa estatizador, produjo un caos econòmico y una situación de ingobernabilidad, en su paìs, pero jamàs incurriò en los excesos de Chàvez.
Allende desoyò los consejos de los extremistas de su entorno, como Carlos Altamirano y los calenturientos del MIR, y no violò la Constitución ni puso preso a nadie, ni torturò, ni matò, ni mandò gente al exilio, ni mucho menos cerrò medios de comunicación. Y eso que en un momento dado, la conspiración contra èl alentada por la CIA, era abierta. En los modos de comportamiento el austral y el caudillo venezolano estàn en las antípodas.
En los momentos de màs exigente dramatismo polìtico vividos por ambos dirigentes, es donde podemos apreciar mejor la diferencia entre un hombre de coraje como Allende y un bravucón pusilánime como Chàvez.
Cuando Chàvez perpetrò un golpe de estado en 1992, enviò a sus subordinados a luchar, èl se escondiò y después se entregò bochornosamente, sin pelear, cuando le anunciaron que iban a atacar su refugio en un museo militar.
Después cuando renunciò a la Presidencia en abril del 2002, es conocido que llorò desconsoladamente antes los prelados catòlicos que lo protegìan y, es màs, actualmente està preso un capitan del ejèrcito que la custodiaba en esos monmentos, Otto Gebauer, sòlo por el “delito” de haberlo visto llorar a moco tendido.
Distinta, muy distinta, fue la conducta altiva de Salvador Allende el 11 de setiembre de 1973, cuando la asonada de Augusto Pinochet. Allende se quedò en el Palacio de la Moneda, luchò hasta los ùltimos minutos en inferioridad de condiciones y ofrendò la vida por sus ideales.
O sea que entre aquel Allende políticamente equivocado pero heròico y este Chàvez insultador pero cobarde, hay un océano de diferencia.
jalexisortiz@hotmail.com
Por Alexis Ortiz.
Después de dilapidar 700 mil millones de dòlares y de controlar todos los poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Fiscalìa, Contraloría, Defensorìa del pueblo, la mayorìa de las gobernaciones y alcaldías, el aparato militar y policial y la riqueza petrolera nacional, el resultado de nueve años de gobierno del teniente coronel golpista, Hugo Chàvez, no puede ser màs pìrrico:
Crecimiento de la pobreza y el desempleo; una inflaciòn espantosa; desabastecimiento; desenfreno de la inseguridad y la corrupción; deterioro de la infraestructura pùblica; perseguidos polìticos presos, torturados, desterrados y hasta asesinados; zarpazos a la libertad de expresión; envilecimiento de la imagen internacional de Venezuela, por la virulencia, las payasadas y desplantes del presidente, amèn del imperialista chantaje petrolero a naciones màs dèbiles; etc.
Por todo eso Chàvez no resiste una comparación, ni siquiera, con el peor gobernante civil que haya habido en Amèrica Latina en nuestros siglos republicanos. Ningún jefe de estado civil ha manejado tanto dinero y concentrado tanto poder como Chàvez. Con ninguno la corrupción, el desbordamiento de la delincuencia, la inflaciòn y la represiòn alcanzaron el desmadre chavista.
Pero es que Chàvez no resiste tampoco un cotejo con otro dirigente que intentò la implantación del socialismo por la vìa electoral, Salvador Allende, de Chile. Es cierto que Allende con su inviable programa estatizador, produjo un caos econòmico y una situación de ingobernabilidad, en su paìs, pero jamàs incurriò en los excesos de Chàvez.
Allende desoyò los consejos de los extremistas de su entorno, como Carlos Altamirano y los calenturientos del MIR, y no violò la Constitución ni puso preso a nadie, ni torturò, ni matò, ni mandò gente al exilio, ni mucho menos cerrò medios de comunicación. Y eso que en un momento dado, la conspiración contra èl alentada por la CIA, era abierta. En los modos de comportamiento el austral y el caudillo venezolano estàn en las antípodas.
En los momentos de màs exigente dramatismo polìtico vividos por ambos dirigentes, es donde podemos apreciar mejor la diferencia entre un hombre de coraje como Allende y un bravucón pusilánime como Chàvez.
Cuando Chàvez perpetrò un golpe de estado en 1992, enviò a sus subordinados a luchar, èl se escondiò y después se entregò bochornosamente, sin pelear, cuando le anunciaron que iban a atacar su refugio en un museo militar.
Después cuando renunciò a la Presidencia en abril del 2002, es conocido que llorò desconsoladamente antes los prelados catòlicos que lo protegìan y, es màs, actualmente està preso un capitan del ejèrcito que la custodiaba en esos monmentos, Otto Gebauer, sòlo por el “delito” de haberlo visto llorar a moco tendido.
Distinta, muy distinta, fue la conducta altiva de Salvador Allende el 11 de setiembre de 1973, cuando la asonada de Augusto Pinochet. Allende se quedò en el Palacio de la Moneda, luchò hasta los ùltimos minutos en inferioridad de condiciones y ofrendò la vida por sus ideales.
O sea que entre aquel Allende políticamente equivocado pero heròico y este Chàvez insultador pero cobarde, hay un océano de diferencia.
jalexisortiz@hotmail.com