jueves, 14 de febrero de 2008

Chávez y el fantasma de Noriega


Chávez y el fantasma de Noriega
Abel Ibarra

Cada vez que Hugo Chávez hace su aguaje amenazante contra Estados Unidos se me viene a la memoria la imagen de Manuel Antonio Noriega, el ex capo de Panamá. Lo recuerdo montado en una tarima arengando a sus acólitos tarifados con un machete en la mano, jurando que iba a defender su régimen hasta la última sangre. Pero luego de ver los acontecimientos que terminaron con su juicio y encarcelamiento en los Estados Unidos, sentí hasta un poco de lástima al ver al bravucón arrodillado frente a las evidencias de su vesanía.
Y es que eso suele sucederle a todo el que anda pasando por guapo con el sólo objetivo de amedrentar a la gente para mantenerse en el poder. Noriega mandaba turbas armadas en contra de sus opositores para reducirlos al oscuro estiércol del terror e inmovilizarlos de la manera más cobarde.
Igualmente, Chavez vocifera y se desgañita arengando a una masa anónima que cada día se diluye frente a sus desatinos, para hacerle creer al mundo que es un paladín de la justicia; mientras, hacer manar la sangre de sus opositores con los matones de su revolución imposible. En el fondo Chávez también piensa en aquella “última sangre” de Noriega, pero siempre viéndola correr en los cuerpos exánimes de los otros.
Sin embargo, las cosas se le están poniendo peliagudas. Acabo de leer una información de Nelson Bocaranda Sardi, un conocido periodista venezolano, que revela una posible solicitud de asilo en Estados Unidos, de dos generales que tienen evidencias de las actividades de apoyo del gobierno venezolano a las FARC.
El asunto es que a confesión de parte, relevo de pruebas, porque fue por boca del propio Chávez que el mundo se enteró de sus bajas pasiones, cuando hizo la solicitud de que sacaran al grupo guerrillero de las listas de organizaciones terroristas en el mundo. Entonces, si lo de los generales prospera, sólo será un trámite procesal de entrega de evidencias.
Estas evidencias, como ha sido denunciado en la prensa mundial, involucran un asunto más contundente aún: el uso de territorio venezolano y de los barcos de PDVSA para el tráfico internacional de drogas, que ahora tiene como punto focal al país africano de Sierra Leona, en su tránsito hacia Europa.
Estamos llegando al llegadero y no me refiero a una indeseable y poco probable invasión a Venezuela (como quieren algunos comecandela de Internet) para apresar a Chávez como ocurrió con el bocón de Panamá.
Lo que se está evidenciando cada día más, es que Chávez está cavando su propia tumba, a la cual va descendiendo con denuedo suicida. Cada día acelera más la barrena del desquiciamiento, que sus fanáticos aplauden con una genuflexión sadomasoquista. En el fondo, los seguidores que le refuerzan su paranoia con aquiescencia ramplona, se están vengando del atolladero en que Chávez los metió desde hace nueve años, volviéndoles añicos la autoestima.
A Chávez lo vamos a sacar con los votos, pero es posible que él mismo precipite su caída. Ahora quiere cerrar Globovisión, tratando de tapar el sol con un dedo, como el tipo que vendió el sofá para borrar la evidencia de la infidelidad de su mujer. Tengamos paciencia. Ya vendrán los juicios por sus excesos, como ocurre con todos los autócratas del mundo. Al final, se quedará con su sola soledad, como Noriega. Pobrecito.