
Es como si se hubieran quedado mudos. Como si no tuvieran boca. Como si no tuvieran cuerdas vocales. Casi nadie sale en estos días a defender a los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Y ese silencio está matando las esperanzas y aspiraciones de 12 millones de personas.
Algo terrible ha ocurrido en Estados Unidos. De pronto los indocumentados se han convertido en el nuevo enemigo. Los terroristas han pasado a segundo plano. No exagero. Escuchen los últimos debates presidenciales y verán como muchos candidatos le dedican más tiempo a atacar a los indocumentados que a los terroristas.
El gobierno del presidente Bush, que hace años hablaba de tener ''compasión'' por los indocumentados, ahora los persigue con las peores redadas en décadas. Osama bin Laden no ha sido capturado, pero la indocumentada mexicana Elvira Arellano sí. Y las voces antiinmigrantes se multiplican con impunidad en la radio y la televisión en inglés. Atacan y atacan y nadie les contesta. Y al no haber contraparte mucha gente asume que esa información es correcta.
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