jueves, 27 de septiembre de 2007

La Misión de la ONU y los Derechos Humanos


La Misión de la ONU y los Derechos Humanos


Es muy difícil que la Organización de las Naciones Unidas pueda cumplir razonablemente bien con la misión que históricamente le fue encomendada cuando se fundó en San Francisco en el año de 1945 contando en aquella época con 50 estados miembros. En la actualidad tiene 192 miembros entre los cuales una inmensa cantidad de sus gobiernos no responden a los ideales que alentaron la creación de este organismo mundial. Y no sólo no responden a esos postulados sino que actúan contra ellos.
Como algo novedoso en esa época, la Carta de las Naciones Unidas invoca categóricamente a los pueblos y no a los gobiernos. En siete pasajes diferentes de la Carta se habla, precisamente, del significado ideológico que representa la mención de los pueblos en cuyos nombres – y no en nombre de los gobiernos – se creó la institución y se firmó la carta constitutiva.
Cuando hay enfrentamientos en la Organización de las Naciones Unidas entre partidarios de la libertad y los que se oponen a ella, entre los que defienden los derechos humanos y los que los violan, a la hora de las votaciones correspondientes las causas generosas de la libertad y de la dignidad de los derechos humanos resultan derrotadas.
Muy importante ha sido que en las sesiones recién iniciadas de la Asamblea General número 62, el Presidente de los Estados Unidos de América, George W. Bush haya puesto énfasis, dentro de la brevedad de ese tipo de discurso, en la falta de libertad en varios países entre ellos Cuba, sometida a una dictadura que, como es sabido, tiene ya cuarenta y nueve años. Cuando se crean comité u organismos dentro de la ONU para asuntos internacionales, se incluye entre los miembros a la delegación cubana, inclusive cuando se trata de derechos humanos. Constituye esto, por supuesto, una incongruencia ideológica absoluta porque un gobierno que se caracteriza por la violación sistemática de esos derechos humanos, no debe integrar una comisión que supuestamente los defiende. Y esa incorporación de delegados del gobierno cubano en las comisiones, es prueba irrefutable de la crisis ideológica que padece el organismo mundial en alto grado.
Se trata de una burla con respecto a la cultura jurídica, política y social del mundo civilizado. Gobiernos antidemocráticos y violadores de los derechos humanos no deberían tener cabida en la Organización de las Naciones Unidos y, mucho menos, en comisiones específicas creadas para defender la dignidad humana.


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