Escrito por Rev. Martín N. Añorga Martes,
A los ventidós años de edad José Martí escribió un extenso poema que tituló con una sola palabra: “Muerte”. Los versos estaban dedicados a la experiencia de Jesús en el monte Calvario. Son impresionantes y muy a menudo citados de manera fragmentada. Una de las estrofas que mayor impacto ha hecho en mi vida es ésta:
“¡Hermano, Hermana fuerte!
¡Oh, padre, padre altivo!
¡Que adivinó las vidas de la muerte
y eternamente resplandece vivo!”
Probablemente la estrofa más citada del poema que hemos mencionado es ésta:
“Un leño se cruzó con otro leño.
Un cadaver, Jesús, hundió la arcilla
y al resplandor espléndido de un sueño
cayó en la tierra del mundo la rodilla.”.
Podría decirse, partiendo de este poema martiano que el Apóstol era un hombre religioso, profesante de la fe cristiana, aunque en muchas otras expresiones suyas trata el tema desde una perspectiva filosófica. Apenas pocos meses después de haber escrito “Muerte”, publicaba en la sección literaria de “El Federalista”, en México, un artículo en el que son señeras estas palabras: “
“La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboraron”.
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