Natalia Martín Cantero*
Vas a la librería o navegas por internet y te encuentras con una tonelada de libros o artículos de autoayuda, de lo más mundano a lo más elevado. El resultado suele ser opuesto a lo que uno necesita. En lugar de paz y claridad –el pan en el que untar los buenos propósitos– uno encuentra confusión y puede que hasta un dolor de cabeza.
Establecer prioridades es un verdadero arte –y un propósito en sí mismo. Una forma de comenzar esta difícil tarea es encontrar un cierto equilibrio entre los objetivos “de fuera” (como el clásico hacer ejercicio) y el cuidado interior (como iniciar o retomar una práctica de meditación). “No se trata de dejar de lado todas esas cosas que te interesan en tu vida cotidiana, sino de equilibrarlas, de forma que reflejen tus verdaderos valores”, señala el maestro espiritual Phillip Moffitt.
“Para la mayoría de la gente, esto significa decir no, una y otra vez, a aquellas cosas que la mente nos está diciendo que queremos”, añade. “El ego siempre quiere más, es insaciable”. La única manera de frenarlo es modificar el equilibrio entre la vida exterior y la interior. “Hacer este cambio es difícil al principio, pero con el tiempo experimentarás una ligereza y amplitud más preciosas que aquello que sacrificaste”. Moffitt sabe de lo que habla: dejó la dirección de la afamada revista Esquire para convertirse en profesor de meditación a tiempo completo.
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