Por el Rev. Martín N. Añorga
Recientemente he estado oyendo en programas radiales a personas que opinan que después de 52 años de tiranía comunista, Cuba se nos ha perdido para siempre. En la mayoría de los casos se trata de compatriotas que se han aferrado a la idea de que no hemos podido derrotar a Castro, y que a estas alturas el sistema por él traidoramente implantado en la Isla ha echado raíces en otras tierras, con gobernantes nuevos, lo que ha sellado, para ellos, el fatal destino de la patria.
Conozco a un matrimonio que fue a Cuba a “recobrar sus raíces”. La esposa de La Habana, y él de Oriente. Querían ver la casa en que vivieron, visitar la escuela en que estudiaron y pasar un rato en los templos en que adoraron. Al regresar, unos diez días después, los vi cabizbajos, tristes y decepcionados. Las escuelas en las que estuvieron de niños ya no son como fueron. Los alumnos visten uniformes de milicianos y los maestros, más que dedicarse a la enseñanza, distorsionan la historia y emplean la mayor parte del tiempo en adoctrinamientos infecundos.
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