Al terminar la Segunda Guerra Mundial, con su gran devastación en una gran parte del planeta, la humanidad se planteó re-ordenar el sistema monetario, una tarea imprescindible para fomentar el comercio internacional, las inversiones y la reconstrucción económica, entre otras imperiosas urgencias. Se organizó la Conferencia de Bretton Woods para crear las bases de ese sistema, en un época (y esto es más que importante) en que el dólar estaba respaldado en oro (de ahí su universalidad reconocida por todos los participantes) y las demás monedas tenían una paridad definida con el dólar. Por supuesto que esto implica una relación bien clara y definida de todas las monedas con el patrón oro, de forma directa o indirecta.
El papel del Fondo era bien claro: estabilizar aquellas economías con dificultades a través de préstamos de corto plazo para evitar las torrenciales devaluaciones a que nos acostumbraban y sus nefastas consecuencias. Esas manipulaciones del valor monetario eran actos disfrazados de proteccionismo, barreras aduanales no declaradas, atraco forzado de las riquezas de los países colindantes, y otras lindezas por el estilo, que exacerbaban las ventajas temporales de tales acciones a costa de una tendencia depresiva a largo plazo, de un empobrecimiento de las naciones y una barrera a la recuperación económica verdadera, basada en la estabilidad, el desarrollo, la competitividad verdadera y el crecimiento sostenido.
El sistema funcionó porque su existencia era un impedimento a la volatilidad dislocada por las necesidades a corto plazo, una manera de estabilizar las tasas de cambio sin intervenir en ellas, permitiendo que el concepto mismo de estabilidad a mediano y largo plazo estabilizara las monedas.
En los años 70, de triste recordación por lo que significaron en la declinación de nuestra sociedad, en nuestros centros de poder y de gobierno se generó el extraño concepto de que olvidando el concepto tradicional sobre el valor de la moneda y gastando (como le gusta este concepto a muchos, sobre todo cuando no tienen responsabilidad en pagar las cuentas) mantendrían el desempleo en niveles bajos y la economía funcionando para crecer continuamente. De forma directa e indirecta se acabó con las tasas de cambio fijas. Con un poco de claridad mental se podía entender que también se declaraba inexistente por irrelevante, al FMI.