Jacinto Convit
El médico de la esperanza A sus 92 años continúa trabajando en el Instituto de Biomedicina, convencido de que aún y no obstante a su edad, tiene mucho que ofrecerle a la humanidad Todo un hito dentro del campo epidemiológico venezolano cuyos aportes le valieron la nominación al Premio Nobel de Medicina (Nicola Rocco) Todo un hito dentro del campo epidemiológico venezolano cuyos aportes le valieron la nominación al Premio Nobel de Medicina (Nicola Rocco) Todo un hito dentro del campo epidemiológico venezolano cuyos aportes le valieron la nominación al Premio Nobel de Medicina (Nicola Rocco) Todo un hito dentro del campo epidemiológico venezolano cuyos aportes le valieron la nominación al Premio Nobel de Medicina (Nicola Rocco) Todo un hito dentro del campo epidemiológico venezolano cuyos aportes le valieron la nominación al Premio Nobel de Medicina (Nicola Rocco) Todo un hito dentro del campo epidemiológico venezolano cuyos aportes le valieron la nominación al Premio Nobel de Medicina (Nicola Rocco) (2.85) 70 votos
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La mirada límpida de sus ojos azules dice que a los 92 años Jacinto Convit conserva intactas sus facultades, su pasión por el conocimiento y la sabiduría del científico cuya razón de ser es servir al hombre. Hijo de inmigrante catalán y de venezolana de origen canario, aventajado estudiante del Liceo Caracas en la segunda década del siglo pasado, la invitación del doctor Martín Vegas para que visitara la leprosería de Cabo Blanco, en el litoral, antes de su graduación, en 1938, ataría su destino, como médico residente, a la vieja casona y a la curación de la bíblica enfermedad.
Durante siete años Convit convivió con los leprosos, doblemente condenados a la segregación total y la hospitalización compulsiva, además de las secuelas de una enfermedad que para entonces no tenía cura. De ese tiempo guarda dos recuerdos imborrables. Uno es el de un campesino, atado con cadenas, que le entregó la policía, por ser portador del mal. El otro el rostro de estupefacción de un hombre, con varios años de reclusión cuando descubrió que se encontraba sano y podía volver a la libertad.
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La mirada límpida de sus ojos azules dice que a los 92 años Jacinto Convit conserva intactas sus facultades, su pasión por el conocimiento y la sabiduría del científico cuya razón de ser es servir al hombre. Hijo de inmigrante catalán y de venezolana de origen canario, aventajado estudiante del Liceo Caracas en la segunda década del siglo pasado, la invitación del doctor Martín Vegas para que visitara la leprosería de Cabo Blanco, en el litoral, antes de su graduación, en 1938, ataría su destino, como médico residente, a la vieja casona y a la curación de la bíblica enfermedad.
Durante siete años Convit convivió con los leprosos, doblemente condenados a la segregación total y la hospitalización compulsiva, además de las secuelas de una enfermedad que para entonces no tenía cura. De ese tiempo guarda dos recuerdos imborrables. Uno es el de un campesino, atado con cadenas, que le entregó la policía, por ser portador del mal. El otro el rostro de estupefacción de un hombre, con varios años de reclusión cuando descubrió que se encontraba sano y podía volver a la libertad.
Mas Informacion:
http://www.eluniversal.com/aniversario/99/99a1_art_jacinto-convit_28A1528601.shtml