
LEY GESTAPO DELATA FRACASO DE CHAVEZ
Por Alexis Ortiz.
Cada dìa es màs difícil para Chàvez ocultar el fracaso de su fantasiosa, manirrota y ruidosa revoluciòn. Eso explica la virulencia in crescendo de sus discursos y la aprobación de ese instrumento nazi fascista que ya el pueblo llama la Ley Gestapo.
Es corriente que Chàvez y sus sicarios arrementan contra todo el que de una manera u otra disienta de ellos y eso va desde los presidentes Uribe, Alan Garcìa y Bush; los expresidentes Fox y Lagos; el desvaìdo Insulza de la OEA; los escritores Carlos Fuentes y Vargas Llosa; y hasta los cardenales de la Iglesia Catòlica.
Y desde luego ese afàn de cerrar el cuadro de la represiòn y el miedo, con la aprobación por su genuflexa Asamblea de diputados, de una Ley del Sistema Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia, que consagra la obligación de todo ciudadano de convertirse en soplòn y que conculca el derecho a la defensa y el debido proceso, es otra prueba del fracaso del teniente coronel golpista como gobernante.
Estridencia y terror, insultos y amenazas, son los instrumentos que le quedan a Chàvez en su patètico empeño de tapar el sol con un dedo. Ya no le es posible esconder el rotundo desmadre de su gobierno que acaparò todo el poder polìtico, econòmico, mediàtico y militar.
Después de administrar en nueve años unos 700 mil millones de dòlares, de comenzar su gestión con amplio apoyo popular, de lograr un control absoluto de los poderes pùblicos y acogotar al empresariado y a la oposición, los resultados del gobierno de Chàvez son màs que mediocres.
Gracias a Chàvez Venezuela es el paìs con la mayor inflación en Latinoamèrica (y posiblemente del mundo); la pobreza y el desempleo han crecido; se ha desatado la desinversiòn privada y el desabastecimiento; la infraestructura pùblica esta en el suelo; la corrupción se ha desenfrenado y la inseguridad es espantosa.
A todo lo anterior se unen los escàndalos de las computadoras del narcoguerrillero y pedòfilo Reyes, que ponen al descubierto la connivencia de Chàvez y su pana Correa con el terrorismo, y, el de los maletines repletos de dòlares que llegaban a Buenos Aires para la campaña de la Kirchner.
El fracaso de Chàvez en Venezuela ha hecho que las masas que antes lo adoraban, paulatinamente lo miren con sospecha primero, después rabia y por ùltimo desprecio. Eso explica que el conjunto de las encuestas señalen que èl va encaminado a perder las elecciones en casi todas las gobernaciones y alcaldías del paìs.
Frente a esa avalancha de votos que se le viene encima, a Chàvez ya no le alcanza el chorro de dòlares petroleros para comprar simpatìas. Por eso apela a la violencia verbal y a la real de la represiòn.
Hasta sus propios lugartenientes, después de la derrota en el referendo de diciembre en el cual se pulverizò el mito de su invencibilidad, le han perdido el respeto a Chàvez. No lo enfrentan pero tampoco lo ayudan en el gobierno. En verdad ellos, temerosos de un final anticipado, estàn dedicados al saqueo del erario estatal.
Y lo màs significativo: con sus desplantes y entrometimientos, la imagen de Hugo Chàvez en el terreno internacional pasò, de un Robin Hood defensor de los pobres, a la de un atorrante soberbio y despilfarrador.
Por eso Chàvez vocifera y se encabrita. Amenaza y corrompe. Y aprueba una Ley Gestapo al estilo SS y Stasi alemanes nazi y comunista, KGB soviètica y G2 cubano. Esa ley quiere convertir a Venezuela en una naciòn de delatores y delatados, pero sòlo consigue delatar el estruendoso fracaso del gobierno neocomunista de Chàvez.
jalexisortiz@hotmail.com
Por Alexis Ortiz.
Cada dìa es màs difícil para Chàvez ocultar el fracaso de su fantasiosa, manirrota y ruidosa revoluciòn. Eso explica la virulencia in crescendo de sus discursos y la aprobación de ese instrumento nazi fascista que ya el pueblo llama la Ley Gestapo.
Es corriente que Chàvez y sus sicarios arrementan contra todo el que de una manera u otra disienta de ellos y eso va desde los presidentes Uribe, Alan Garcìa y Bush; los expresidentes Fox y Lagos; el desvaìdo Insulza de la OEA; los escritores Carlos Fuentes y Vargas Llosa; y hasta los cardenales de la Iglesia Catòlica.
Y desde luego ese afàn de cerrar el cuadro de la represiòn y el miedo, con la aprobación por su genuflexa Asamblea de diputados, de una Ley del Sistema Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia, que consagra la obligación de todo ciudadano de convertirse en soplòn y que conculca el derecho a la defensa y el debido proceso, es otra prueba del fracaso del teniente coronel golpista como gobernante.
Estridencia y terror, insultos y amenazas, son los instrumentos que le quedan a Chàvez en su patètico empeño de tapar el sol con un dedo. Ya no le es posible esconder el rotundo desmadre de su gobierno que acaparò todo el poder polìtico, econòmico, mediàtico y militar.
Después de administrar en nueve años unos 700 mil millones de dòlares, de comenzar su gestión con amplio apoyo popular, de lograr un control absoluto de los poderes pùblicos y acogotar al empresariado y a la oposición, los resultados del gobierno de Chàvez son màs que mediocres.
Gracias a Chàvez Venezuela es el paìs con la mayor inflación en Latinoamèrica (y posiblemente del mundo); la pobreza y el desempleo han crecido; se ha desatado la desinversiòn privada y el desabastecimiento; la infraestructura pùblica esta en el suelo; la corrupción se ha desenfrenado y la inseguridad es espantosa.
A todo lo anterior se unen los escàndalos de las computadoras del narcoguerrillero y pedòfilo Reyes, que ponen al descubierto la connivencia de Chàvez y su pana Correa con el terrorismo, y, el de los maletines repletos de dòlares que llegaban a Buenos Aires para la campaña de la Kirchner.
El fracaso de Chàvez en Venezuela ha hecho que las masas que antes lo adoraban, paulatinamente lo miren con sospecha primero, después rabia y por ùltimo desprecio. Eso explica que el conjunto de las encuestas señalen que èl va encaminado a perder las elecciones en casi todas las gobernaciones y alcaldías del paìs.
Frente a esa avalancha de votos que se le viene encima, a Chàvez ya no le alcanza el chorro de dòlares petroleros para comprar simpatìas. Por eso apela a la violencia verbal y a la real de la represiòn.
Hasta sus propios lugartenientes, después de la derrota en el referendo de diciembre en el cual se pulverizò el mito de su invencibilidad, le han perdido el respeto a Chàvez. No lo enfrentan pero tampoco lo ayudan en el gobierno. En verdad ellos, temerosos de un final anticipado, estàn dedicados al saqueo del erario estatal.
Y lo màs significativo: con sus desplantes y entrometimientos, la imagen de Hugo Chàvez en el terreno internacional pasò, de un Robin Hood defensor de los pobres, a la de un atorrante soberbio y despilfarrador.
Por eso Chàvez vocifera y se encabrita. Amenaza y corrompe. Y aprueba una Ley Gestapo al estilo SS y Stasi alemanes nazi y comunista, KGB soviètica y G2 cubano. Esa ley quiere convertir a Venezuela en una naciòn de delatores y delatados, pero sòlo consigue delatar el estruendoso fracaso del gobierno neocomunista de Chàvez.
jalexisortiz@hotmail.com