
Narcos, mentiras y videos
Abel Ibarra
La situación en Colombia se complica para las FARC con la muerte de ese alias macabro que fue “Tirofijo”. El liderazgo que mantenía el anciano terrorista sobre los miembros del “Estado Mayor” de la banda de narcotraficantes, ha hecho mutis, obligando a que aparezcan las antiguas rivalidades entre ellos y a que Chávez tome las riendas del desmadre. Las razones de su muerte no están claras. El grupo terrorista declara, por voz de alias “Timochenko” (todos son alias, como en los bajos fondos), que Tirofijo murió de un infarto. Pero lo más extraño de la declaración es la vía utilizada para realizarla.
En primer lugar, el “escenario” donde ésta ocurre, según expertos en asuntos de follaje, no es las montañas selváticas de Colombia como sugiere el terrorista. El ambiente que muestran las cámaras es más bien un lugar apacible, a juzgar por la vegetación, tropical, pero no de selva. Además la cámara descubre, en varias de las tomas, una cerca y un jardín bien cuidado que delata la posibilidad de que el lugar sea una finca. El despliegue tecnológico realizado con tres cámaras de alta definición, el uso equipos especiales cuya sofisticación hace imposible su traslado a la selva y una edición bien cuidada por técnicos calificados, son indicios (casi elementos de convicción) de que el video debió ser grabado en Venezuela.
El ministrico
Pero hay otro detalle. El video fue transmitido por Telesur, la televisora que fundó Chávez para promover su proyecto megalómano y no a través de la página Web que las FARC utiliza normalmente para sus proclamas incendiarias; cada día más convertidas en un fuego fatuo. Éste es otro indicio, casi con validez de prueba, de que el presidente venezolano y su escudero, Andrés Izarra, son el factotum de la maniobra publicitaria.
Desde hace algún tiempo el ministro de defensa colombiano, Juan Manuel Santos, ha manifestado que en diversas oportunidades le ha dado al gobierno venezolano las coordenadas donde se encuentran ocultos los miembros de las FARC, confirmando las sospechas de que Venezuela es el backestop logístico para que los jefes en estampida (los guerrilleritos rasos que se las arreglen como Tarzán en la selva), la utilicen como aliviadero ante el acoso del ejército de Colombia.
Otro elemento que le da fortaleza a estas suposiciones es que el ministro de información venezolano, Andrés Izarra, quien maneja Telesur a su antojo, fue obligado a renunciar a su cargo. El asunto del video lo habría dejado en evidencia y puesto en entredicho la estrategia de Chávez de negar todo vínculo con las FARC, a pesar de las acusaciones de las computadoras de Raúl Reyes. Pero al patiquín Izarra se le pasó la mano con el despliegue tecnológico que los ha dejado a todos en cueros. Chávez estaba tratando de salir del embrollo que se le formó en su enfrentamiento con el presidente Uribe e, Izarrita, tratando de hacer méritos con el teniente coronel golpista, lo volvió a meter en el hoyo.
La verdadera herida
Hay otro asunto curioso. Según se desprende de algunas declaraciones de prensa, Tirofijo murió a causa de heridas recibidas por parte del ejército colombiano que le venía siguiendo los pasos, como le está ocurriendo a otros jefes guerrilleros, lo cual hace que la situación del grupo terrorista se haga cada día más insostenible. Fue por eso que las FARC, en connivencia con su jefe Chávez, salieron apresuradas a declarar lo de la muerte por infarto, para evitar la desmoralización general que vendría sobre los ya atribulados guerrilleros, muchos de ellos, en plan de deserción.
El presidente Uribe, bajo el acecho de una conspiración internacional, los tiene a todos contra la pared: a los narcoterroristas de las FARC, a Hugo Chávez (eje de la conspiración bajo la batuta de Fidel Castro) y a Rafael Correa, ese pelele goyesco que Chávez maneja a su antojo y que viene de ridículo en ridículo. Por eso uno apoya el denuedo del presidente colombiano en su guerra contra estos forajidos, incluso, con los errores que pueda cometer bajo la presión de sus enemigos externos e internos.
Por su parte, Tirofijo y Raúl Reyes son unos Cid al revés. Siguen perdiendo batallas después de muertos.
Abel Ibarra
La situación en Colombia se complica para las FARC con la muerte de ese alias macabro que fue “Tirofijo”. El liderazgo que mantenía el anciano terrorista sobre los miembros del “Estado Mayor” de la banda de narcotraficantes, ha hecho mutis, obligando a que aparezcan las antiguas rivalidades entre ellos y a que Chávez tome las riendas del desmadre. Las razones de su muerte no están claras. El grupo terrorista declara, por voz de alias “Timochenko” (todos son alias, como en los bajos fondos), que Tirofijo murió de un infarto. Pero lo más extraño de la declaración es la vía utilizada para realizarla.
En primer lugar, el “escenario” donde ésta ocurre, según expertos en asuntos de follaje, no es las montañas selváticas de Colombia como sugiere el terrorista. El ambiente que muestran las cámaras es más bien un lugar apacible, a juzgar por la vegetación, tropical, pero no de selva. Además la cámara descubre, en varias de las tomas, una cerca y un jardín bien cuidado que delata la posibilidad de que el lugar sea una finca. El despliegue tecnológico realizado con tres cámaras de alta definición, el uso equipos especiales cuya sofisticación hace imposible su traslado a la selva y una edición bien cuidada por técnicos calificados, son indicios (casi elementos de convicción) de que el video debió ser grabado en Venezuela.
El ministrico
Pero hay otro detalle. El video fue transmitido por Telesur, la televisora que fundó Chávez para promover su proyecto megalómano y no a través de la página Web que las FARC utiliza normalmente para sus proclamas incendiarias; cada día más convertidas en un fuego fatuo. Éste es otro indicio, casi con validez de prueba, de que el presidente venezolano y su escudero, Andrés Izarra, son el factotum de la maniobra publicitaria.
Desde hace algún tiempo el ministro de defensa colombiano, Juan Manuel Santos, ha manifestado que en diversas oportunidades le ha dado al gobierno venezolano las coordenadas donde se encuentran ocultos los miembros de las FARC, confirmando las sospechas de que Venezuela es el backestop logístico para que los jefes en estampida (los guerrilleritos rasos que se las arreglen como Tarzán en la selva), la utilicen como aliviadero ante el acoso del ejército de Colombia.
Otro elemento que le da fortaleza a estas suposiciones es que el ministro de información venezolano, Andrés Izarra, quien maneja Telesur a su antojo, fue obligado a renunciar a su cargo. El asunto del video lo habría dejado en evidencia y puesto en entredicho la estrategia de Chávez de negar todo vínculo con las FARC, a pesar de las acusaciones de las computadoras de Raúl Reyes. Pero al patiquín Izarra se le pasó la mano con el despliegue tecnológico que los ha dejado a todos en cueros. Chávez estaba tratando de salir del embrollo que se le formó en su enfrentamiento con el presidente Uribe e, Izarrita, tratando de hacer méritos con el teniente coronel golpista, lo volvió a meter en el hoyo.
La verdadera herida
Hay otro asunto curioso. Según se desprende de algunas declaraciones de prensa, Tirofijo murió a causa de heridas recibidas por parte del ejército colombiano que le venía siguiendo los pasos, como le está ocurriendo a otros jefes guerrilleros, lo cual hace que la situación del grupo terrorista se haga cada día más insostenible. Fue por eso que las FARC, en connivencia con su jefe Chávez, salieron apresuradas a declarar lo de la muerte por infarto, para evitar la desmoralización general que vendría sobre los ya atribulados guerrilleros, muchos de ellos, en plan de deserción.
El presidente Uribe, bajo el acecho de una conspiración internacional, los tiene a todos contra la pared: a los narcoterroristas de las FARC, a Hugo Chávez (eje de la conspiración bajo la batuta de Fidel Castro) y a Rafael Correa, ese pelele goyesco que Chávez maneja a su antojo y que viene de ridículo en ridículo. Por eso uno apoya el denuedo del presidente colombiano en su guerra contra estos forajidos, incluso, con los errores que pueda cometer bajo la presión de sus enemigos externos e internos.
Por su parte, Tirofijo y Raúl Reyes son unos Cid al revés. Siguen perdiendo batallas después de muertos.