La visita del embajador
Por Abel Ibarra
Reenviado por Alberto Mariño, del grupo “Free Venezuela”, recibí un Email que parecía el acuerdo suscrito entre “Sovenor”, la Sociedad de Venezolanos de Orlando y el embajador venezolano en los Estados Unidos, Bernardo Álvarez. Después de indagar un poco sobre el asunto, entendí que el documento de marras era simplemente una proposición que hacían los venezolanos al embajador.
Entre los asistentes a la reunión también se encontraban miembros de la Junta Directiva de la Venezuelan Suncoast Association, lo cual me causó mucha sorpresa, sobre todo, porque en una polémica que mantuve hace algunos meses con esa organización, se me explicó con sobrados argumentos que ellos eran apolíticos. Y esa es la razón de mi sorpresa. Si no pueden participar en actividades políticas, ¿qué hacían en una reunión de carácter “absolutamente político” con el embajador Álvarez?
¿Acaso el embajador vino a la Bahía de Tampa a organizar un campeonato de bolas criollas o un torneo de perinola para rescatar la identidad nacional? No. El embajador estuvo por estos pagos en un capítulo más de la política de “compra de voluntades” (léase soborno), desarrollada por el manirrotismo chavista, apoyado en la petrochequera de CITGO.
Para nadie es un secreto que desde hace algún tiempo la demagogia de Chávez ha estado regalando petróleo a comunidades pobres de los Estados Unidos, con la sola intención de promover su imagen de Robin Hood tropical. El efecto colateral es que le ha abierto las agallas a muchos que secretamente quieren ser beneficiarios de la chequera.
El documento
Hay varias proposiciones que gravitan en una órbita de ingenuidad, otras son sencillamente un despropósito. Las primeras se refieren a la creación de un Consulado o Viceconsulado en la Florida Central, que permita la emisión de cédulas de identidad, la agilización de trámites consulares como la renovación de pasaportes y la (óigase bien) “inscripción y reubicación de electores en el Registro Electoral Nacional”. No cabe mayor ingenuidad.
Lo anteriormente propuesto no es ni más ni menos el deber del Consulado de Venezuela en Miami que, con un simple trámite administrativo, podría realizar jornadas itinerantes para cumplir con el derecho de los venezolanos a tener cédula de identidad, pasaporte y de estar inscritos en el Registro Electoral Nacional. Pero el problema está en que sencillamente el Consulado no realiza esta labor porque Chávez ha perdido todas las elecciones en el exterior y no va a ponérnosla “bombita” para que lo sigamos derrotando con más amplio margen.
En todo caso esa es una proposición que debería ser más bien una exigencia. Y esta exigencia debe ser lograda organizando un movimiento que plantee el asunto de manera abierta y no en una reunión a puertas cerradas, en un conciliábulo cuyos objetivos no quedan claros.
El resto
Los despropósitos varían de tono. He aquí uno: “Atención médica y odontológica primaria, exámenes de laboratorio, servicio de farmacia y funerarios, de acuerdo al derecho constitucional a la salud que tienen todos los venezolanos y a la obligación del Estado a su prestación”, plantea el documento como una solicitud al embajador que debe estar muerto de la risa. Porque uno se pregunta: ¿Si el gobierno ni siquiera satisface ese derecho de los venezolanos que viven allá, cómo carrizo lo va a hacer con los de aquí? Francamente, hay gente que no sabe dónde está parada.
Otra perla es esta propuesta: “Bancos del Estado venezolano que faciliten financiamiento a pequeños y medianos empresarios residentes en USA”... y continúa la solicitud con un desaguisado que omito porque da pena ajena.
Pareciera que los redactores del documento no se han enterado de que en Venezuela han tenido que cerrar sus puertas más de seis mil empresas y fábricas, gracias a la política de Chávez de ahogar a la empresa privada. Esta acción perversa, igual que la nacionalización de la CANTV, la Electricidad de Caracas, SIDOR y pare de contar, no tiene otro objetivo que el de convertir al Chávez en el gran empleador, para continuar con la compra de conciencias con la cual ha construido su liderazgo demencial.
Así son las cosas
Afirmo que Juan Carlos Pinto, quien se acaba de estrenar como presidente de la Venezuelan Suncoast Association, es un buen tipo lleno también de buenas intenciones. Lo felicito sinceramente y me pongo a su orden si él considera que puedo ayudarlo en el cumplimiento de su función. Pero quiero aclararle algo y también a los demás asistentes a la reunión de marras.
Recientemente se llevó a efecto una conferencia en la Universidad del Sur de la Florida, una conferencia donde el embajador Álvarez explicó, entre medias lenguas, el alcance de la democracia en América Latina, lo cual ya es un desaguisado, en el caso del representante de un país donde la democracia ha sido diezmada por el megalómano de Chávez.
En principio no se iba a permitir la asistencia de público, como le gusta a los chavistas, sin testigos del desmadre que le han causado al país. Pero las protestas de varios venezolanos, con Norma Camero a la cabeza, obligaron a que la medida fuera revocada. Entre Norma y Raquel Aché dejaron al embajador en ridículo. Pero en el College Eckerd, de St. Petersburg, no las dejaron hablar.
El embajador discurrió a sus angostas (iba a decir anchas pero el tipo no sabe hablar) acerca de las maravillas de la democracia en Venezuela y, al final, le puso la guinda a la torta de su gira por la Bahía de Tampa: un cheque para el representante de los homeless, un desamparado, manipulado con un falso gesto de solidaridad que sólo persigue ganar su simpatía.
Por Abel Ibarra
Reenviado por Alberto Mariño, del grupo “Free Venezuela”, recibí un Email que parecía el acuerdo suscrito entre “Sovenor”, la Sociedad de Venezolanos de Orlando y el embajador venezolano en los Estados Unidos, Bernardo Álvarez. Después de indagar un poco sobre el asunto, entendí que el documento de marras era simplemente una proposición que hacían los venezolanos al embajador.
Entre los asistentes a la reunión también se encontraban miembros de la Junta Directiva de la Venezuelan Suncoast Association, lo cual me causó mucha sorpresa, sobre todo, porque en una polémica que mantuve hace algunos meses con esa organización, se me explicó con sobrados argumentos que ellos eran apolíticos. Y esa es la razón de mi sorpresa. Si no pueden participar en actividades políticas, ¿qué hacían en una reunión de carácter “absolutamente político” con el embajador Álvarez?
¿Acaso el embajador vino a la Bahía de Tampa a organizar un campeonato de bolas criollas o un torneo de perinola para rescatar la identidad nacional? No. El embajador estuvo por estos pagos en un capítulo más de la política de “compra de voluntades” (léase soborno), desarrollada por el manirrotismo chavista, apoyado en la petrochequera de CITGO.
Para nadie es un secreto que desde hace algún tiempo la demagogia de Chávez ha estado regalando petróleo a comunidades pobres de los Estados Unidos, con la sola intención de promover su imagen de Robin Hood tropical. El efecto colateral es que le ha abierto las agallas a muchos que secretamente quieren ser beneficiarios de la chequera.
El documento
Hay varias proposiciones que gravitan en una órbita de ingenuidad, otras son sencillamente un despropósito. Las primeras se refieren a la creación de un Consulado o Viceconsulado en la Florida Central, que permita la emisión de cédulas de identidad, la agilización de trámites consulares como la renovación de pasaportes y la (óigase bien) “inscripción y reubicación de electores en el Registro Electoral Nacional”. No cabe mayor ingenuidad.
Lo anteriormente propuesto no es ni más ni menos el deber del Consulado de Venezuela en Miami que, con un simple trámite administrativo, podría realizar jornadas itinerantes para cumplir con el derecho de los venezolanos a tener cédula de identidad, pasaporte y de estar inscritos en el Registro Electoral Nacional. Pero el problema está en que sencillamente el Consulado no realiza esta labor porque Chávez ha perdido todas las elecciones en el exterior y no va a ponérnosla “bombita” para que lo sigamos derrotando con más amplio margen.
En todo caso esa es una proposición que debería ser más bien una exigencia. Y esta exigencia debe ser lograda organizando un movimiento que plantee el asunto de manera abierta y no en una reunión a puertas cerradas, en un conciliábulo cuyos objetivos no quedan claros.
El resto
Los despropósitos varían de tono. He aquí uno: “Atención médica y odontológica primaria, exámenes de laboratorio, servicio de farmacia y funerarios, de acuerdo al derecho constitucional a la salud que tienen todos los venezolanos y a la obligación del Estado a su prestación”, plantea el documento como una solicitud al embajador que debe estar muerto de la risa. Porque uno se pregunta: ¿Si el gobierno ni siquiera satisface ese derecho de los venezolanos que viven allá, cómo carrizo lo va a hacer con los de aquí? Francamente, hay gente que no sabe dónde está parada.
Otra perla es esta propuesta: “Bancos del Estado venezolano que faciliten financiamiento a pequeños y medianos empresarios residentes en USA”... y continúa la solicitud con un desaguisado que omito porque da pena ajena.
Pareciera que los redactores del documento no se han enterado de que en Venezuela han tenido que cerrar sus puertas más de seis mil empresas y fábricas, gracias a la política de Chávez de ahogar a la empresa privada. Esta acción perversa, igual que la nacionalización de la CANTV, la Electricidad de Caracas, SIDOR y pare de contar, no tiene otro objetivo que el de convertir al Chávez en el gran empleador, para continuar con la compra de conciencias con la cual ha construido su liderazgo demencial.
Así son las cosas
Afirmo que Juan Carlos Pinto, quien se acaba de estrenar como presidente de la Venezuelan Suncoast Association, es un buen tipo lleno también de buenas intenciones. Lo felicito sinceramente y me pongo a su orden si él considera que puedo ayudarlo en el cumplimiento de su función. Pero quiero aclararle algo y también a los demás asistentes a la reunión de marras.
Recientemente se llevó a efecto una conferencia en la Universidad del Sur de la Florida, una conferencia donde el embajador Álvarez explicó, entre medias lenguas, el alcance de la democracia en América Latina, lo cual ya es un desaguisado, en el caso del representante de un país donde la democracia ha sido diezmada por el megalómano de Chávez.
En principio no se iba a permitir la asistencia de público, como le gusta a los chavistas, sin testigos del desmadre que le han causado al país. Pero las protestas de varios venezolanos, con Norma Camero a la cabeza, obligaron a que la medida fuera revocada. Entre Norma y Raquel Aché dejaron al embajador en ridículo. Pero en el College Eckerd, de St. Petersburg, no las dejaron hablar.
El embajador discurrió a sus angostas (iba a decir anchas pero el tipo no sabe hablar) acerca de las maravillas de la democracia en Venezuela y, al final, le puso la guinda a la torta de su gira por la Bahía de Tampa: un cheque para el representante de los homeless, un desamparado, manipulado con un falso gesto de solidaridad que sólo persigue ganar su simpatía.