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CULTURA DE LA VIDA vs. CULTURA DE LA MUERTE
Raúl López-Pérez
Vivimos consternados ante la ola de violencia que sacude a nuestras comunidades. Nos sorprende como algunos padres y madres llegan a extremos de matar a sus hijos. Como algunos jóvenes igualmente asesinan a sus padres o abuelos. Pareciera que aumenta la violencia doméstica. Que cada vez hay más conflictos raciales, étnicos y aumenta el odio de clases. Se incrementan los vicios, las drogas, el alcoholismo, la inmoralidad. En todo el continente surgen movimientos izquierdistas cargados de populismo disfrazados de justicia social. Continuamente se esgrimen campañas de “cambio” sin precisarse que se pretende cambiar……y generalmente se cambia para peor. ¿Qué está pasando e nuestra sociedad?
No cabe duda que uno de los factores que más negativamente influyen en la conducta inmoral y violenta de nuestra sociedad es el alto consumo y dependencia de las drogas, fenómeno que hace seis o siete décadas afectaba apenas a pequeños grupos sociales y hoy alcanza a inmensos porcentajes de niños, jóvenes y adultos de los más diferentes niveles sociales y económicos, a dirigentes políticos, empresarios, sindicalistas, estudiantes, profesores, deportistas. ¡A todo tipo de personas!
Se combate la fabricación, venta y distribución de drogas con mucho dinero, mucha violencia, muertes y encarcelamientos. Pero el mal crece galopantemente y los delincuentes, narcotraficantes y guerrilleros aumentan en cantidad y variedad. Pareciera que están ganando la batalla contra la razón y la justicia. Por otra parte es tanto el dinero que produce la droga que éste llega a corromper a todos los niveles, oficiales, privados, religiosos. Pocos escapan a la tentación del dinero fácil.
Y es que en el grave problema de las víctimas de la drogadicción influye un factor determinante: la carencia de expectativas, el vacío de ideales, la falta de afectos, reconocimientos, de sólidas relaciones familiares, La ausencia absoluta de valores morales. La inexistencia de patriotismo. El desconocimiento y falta de vivencia de la religión.
“Moral y Luces son nuestras primeras necesidades” decía el Libertador Simón Bolívar y estas palabras adquieren hoy mayor importancia y vigencia. Es con la educación, y con la enseñanza y práctica de los valores morales con los que podemos combatir y triunfar contra la drogas, contra la delincuencia y contra la violencia.
En una cultura como la actual el hombre quiere desconocer a Dios. Con el falso concepto de separación de Iglesia-Estado quieren imponer el ateismo. (Los constructores de esta gran nación establecieron esa norma para incluir y no excluir a las iglesias, para aceptar a todos y no excluir a nadie). En esta época se clama por la ausencia de Dios hasta en las monedas. Se pretende ignorar la ley natural y no repetir públicamente los “Diez Mandamientos” ni las invocaciones y juramentos. Se aboga por el aborto y la eutanasia. Con el pretexto que la constitución autoriza el porte de armas a civiles, se les permite con la mayor facilidad poseer armas que debieran ser del exclusivo uso militar oficial. En esta civilización en que se propicia la violencia, es muy difícil consolidar la cultura de la vida. La civilización del amor.
Hace pocos días, mientras esperaba en una barbería escuché comentarios entre un joven policía y otro que pretendía serlo pero que había fallado en dos exámenes anteriores, por “simplezas” decía él. Ambos ostentaban buenos físicos, eran unos “papiados” y mostraban con orgullo algunos extravagantes tatuajes. Por unos momentos parecieron querer extender sus conversaciones a otros
–entre ellos a mí- por lo que me decidí a preguntarles: “Y en los exámenes de admisión se incluyen preguntas sobre la historia patria y sobre moral y cívica?” Ambos me miraron como a un ser extraño de otra época u otra civilización, negando y desconociendo esas materias.
Y yo me pregunto, si estos que debieran ser testimonios de respeto y autoridad ignoran esta elemental formación ¿que pasará con el resto de la ciudadanía? ¿Qué sucede con los estudiantes de primaria y superior en nuestras escuelas públicas? Luego me entró una honda preocupación: A esta gran nación no la destruirán los países enemigos ni los terroristas, pero la podemos destruir los ciudadanos comunes si no respondemos a tiempo con acciones rescatando los valores morales que enseñaron los fundadores y los patriotas que nos antecedieron. Si no volvemos al “In God we trust”. Dios salve a América. ¡Dios bendiga a América!
Raúl López-Pérez
Vivimos consternados ante la ola de violencia que sacude a nuestras comunidades. Nos sorprende como algunos padres y madres llegan a extremos de matar a sus hijos. Como algunos jóvenes igualmente asesinan a sus padres o abuelos. Pareciera que aumenta la violencia doméstica. Que cada vez hay más conflictos raciales, étnicos y aumenta el odio de clases. Se incrementan los vicios, las drogas, el alcoholismo, la inmoralidad. En todo el continente surgen movimientos izquierdistas cargados de populismo disfrazados de justicia social. Continuamente se esgrimen campañas de “cambio” sin precisarse que se pretende cambiar……y generalmente se cambia para peor. ¿Qué está pasando e nuestra sociedad?
No cabe duda que uno de los factores que más negativamente influyen en la conducta inmoral y violenta de nuestra sociedad es el alto consumo y dependencia de las drogas, fenómeno que hace seis o siete décadas afectaba apenas a pequeños grupos sociales y hoy alcanza a inmensos porcentajes de niños, jóvenes y adultos de los más diferentes niveles sociales y económicos, a dirigentes políticos, empresarios, sindicalistas, estudiantes, profesores, deportistas. ¡A todo tipo de personas!
Se combate la fabricación, venta y distribución de drogas con mucho dinero, mucha violencia, muertes y encarcelamientos. Pero el mal crece galopantemente y los delincuentes, narcotraficantes y guerrilleros aumentan en cantidad y variedad. Pareciera que están ganando la batalla contra la razón y la justicia. Por otra parte es tanto el dinero que produce la droga que éste llega a corromper a todos los niveles, oficiales, privados, religiosos. Pocos escapan a la tentación del dinero fácil.
Y es que en el grave problema de las víctimas de la drogadicción influye un factor determinante: la carencia de expectativas, el vacío de ideales, la falta de afectos, reconocimientos, de sólidas relaciones familiares, La ausencia absoluta de valores morales. La inexistencia de patriotismo. El desconocimiento y falta de vivencia de la religión.
“Moral y Luces son nuestras primeras necesidades” decía el Libertador Simón Bolívar y estas palabras adquieren hoy mayor importancia y vigencia. Es con la educación, y con la enseñanza y práctica de los valores morales con los que podemos combatir y triunfar contra la drogas, contra la delincuencia y contra la violencia.
En una cultura como la actual el hombre quiere desconocer a Dios. Con el falso concepto de separación de Iglesia-Estado quieren imponer el ateismo. (Los constructores de esta gran nación establecieron esa norma para incluir y no excluir a las iglesias, para aceptar a todos y no excluir a nadie). En esta época se clama por la ausencia de Dios hasta en las monedas. Se pretende ignorar la ley natural y no repetir públicamente los “Diez Mandamientos” ni las invocaciones y juramentos. Se aboga por el aborto y la eutanasia. Con el pretexto que la constitución autoriza el porte de armas a civiles, se les permite con la mayor facilidad poseer armas que debieran ser del exclusivo uso militar oficial. En esta civilización en que se propicia la violencia, es muy difícil consolidar la cultura de la vida. La civilización del amor.
Hace pocos días, mientras esperaba en una barbería escuché comentarios entre un joven policía y otro que pretendía serlo pero que había fallado en dos exámenes anteriores, por “simplezas” decía él. Ambos ostentaban buenos físicos, eran unos “papiados” y mostraban con orgullo algunos extravagantes tatuajes. Por unos momentos parecieron querer extender sus conversaciones a otros
–entre ellos a mí- por lo que me decidí a preguntarles: “Y en los exámenes de admisión se incluyen preguntas sobre la historia patria y sobre moral y cívica?” Ambos me miraron como a un ser extraño de otra época u otra civilización, negando y desconociendo esas materias.
Y yo me pregunto, si estos que debieran ser testimonios de respeto y autoridad ignoran esta elemental formación ¿que pasará con el resto de la ciudadanía? ¿Qué sucede con los estudiantes de primaria y superior en nuestras escuelas públicas? Luego me entró una honda preocupación: A esta gran nación no la destruirán los países enemigos ni los terroristas, pero la podemos destruir los ciudadanos comunes si no respondemos a tiempo con acciones rescatando los valores morales que enseñaron los fundadores y los patriotas que nos antecedieron. Si no volvemos al “In God we trust”. Dios salve a América. ¡Dios bendiga a América!