jueves, 6 de diciembre de 2007

Comenzamos a ganar pero ¡Mosca!

Comenzamos a ganar pero ¡Mosca!
Abel Ibarra


Este puede ser el comienzo del fin de Chávez si sabemos administrar la victoria. Es conocido que cuando el caudi-culillo es derrotado actúa como los cobardes: pega la carrera como el día que se escondió en el Museo Histórico Militar al fracasar en su intento de golpe de Estado. Llora, como el 11 de abril, cuando luego de mandar a disparar contra gente desarmada renunció a la presidencia, para terminar abrazado a la sotana del Cardenal Velasco. O refugia su pavor en el bunker de Miraflores tratando de desconocer la victoria bonita, de un pueblo que le dijo “No” a sus afanes del imposible Socialismo del Siglo XXI.
Pero, como es un maníaco depresivo, luego sale a despotricar amenazando a la gente con el Apocalipsis bajo el delirium tremens causado por los psicotrópicos que le administran sus enfermeros del G2 cubano. Fue lamentable verlo con los párpados hinchados, la frente sudorosa y las manos cortadas por los destrozos que ocasionó en el Palacio de Gobierno, al reconocer su derrota con un discurso desarticulado e incoherente con el cual intentó minimizar el triunfo de todo un pueblo.

El comandante de los intentos
Chávez es un comandante de intentos que nunca logran los resultados deseados. El último ha sido el de negar, en una penosa y patibularia rueda de prensa, que el Alto Mando Militar lo presionó para aceptar su derrota. Con un vocabulario de la más baja ralea, se dedicó a descalificar con dicterios de toda laya un artículo del periodista de El Nacional, Hernán Lugo-Galicia, quien cuenta los pormenores de lo ocurrido en la noche larga del 2 de diciembre cuando comenzamos a salir del túnel.
Si Chávez había logrado una débil imagen de demócrata con su discurso de la madrugada de las elecciones, en dicha rueda de prensa regresó al chiquero de su mala conciencia de autócrata al llamar “mierda” al periodista que reveló lo avieso de su conducta y “mierda” a la victoria misma de la oposición. Chávez quedó vuelto “idem” cuando dijo, como el energúmeno que es, que va a imponer por otras vías la reforma constitucional derrotada en elecciones, demostrando así su verdadero espíritu anti-democrático. El corolario fue el “Patria, Socialismo o Muerte”, coreado por unos militares que le secundaron la cantinela televisiva. Por ahora.

Perro que ladra…
Hemos logrado nuestro mejor aliado en las torpezas del caudi-culillo. Las bravuconadas que antes le sirvieron para lograr el favor de un gentío, ahora han quedado como baladronadas que sólo expresan su propio miedo. Su discurso agresivo para dar la sensación de invencibilidad, sus amenazas intentando paralizar a la gente, sus matones puestos a perseguir estudiantes, los recursos petroleros utilizados en su favor abusivamente, cada vez le hacen perder más adeptos.
Lo malo son tres cosas: Una, que está arruinando al país. Dos, que los extremistas que propalaron la abstención y fracasaron como Oswaldo Álvarez Paz, Hermán Escarrá, Armando Durán y Patricia Poleo, ahora hacen discursos para enturbiar el río y mantenerse en una carrera de la que salieron descalificados por fatiga. Todos deberían retirarse y dedicarse a criar a sus nietos para la democracia participativa, igualitaria y abierta que debe surgir de esta lucha. Y, tres, los extremistas como Alejandro Peña Esclusa, propaladores de guarimbas y candelitas infantiles, que siempre caen en el juego de Chávez dándole argumentos para que nos llame golpistas. Unos y otros son los talibanes de este lado que nos hacen un gran daño.

La Asamblea Constituyente
Es natural que estemos emocionados con este pequeño gran paso después de tantas derrotas a las cuales contribuyeron nuestras propias torpezas. Pero es el momento de reflexionar con la frase “calma y cordura” del general López Contreras, con la cual Gerardo Blyde llamó a la tranquilidad cuando Chávez nos sometió a una humillante angustia esperando los resultados.
La propuesta de llamar a una Asamblea Constituyente puede resultar un salto en el vacío de un proceso que no ha tocado su fin. Al frente tenemos las elecciones regionales que nos permitirán ir reconstruyendo la sociedad civil, lo cual no es cosa de un día pero ya hemos comenzado.
Y como dice el filósofo chileno-alemán Fernado Mires, “gracias sobre todo a la acción de los estudiantes, la disidencia chavista constitucional, los partidos democráticos y la Iglesia- ya se está formando en Venezuela un bloque político orgánico destinado a constituirse, en un breve plazo, en una alternativa republicana y democrática de poder que terminará por cerrar el momento militarista y dictatorial que hoy representan el Presidente Chávez y sus talibanes ideológicos”.
Chávez va cuesta abajo en su rodada. Amén.