Por: Salvador Romaní Orùe
“Que lo que viene es joropo…….”, así reza la letra del popular dicho llanero venezolano.
Y no es precisamente que los venezolanos bailarán al compás del cadencioso joropo después de las elecciones del 7 octubre donde, como ya es costumbre, el comandante golpista Hugo Chávez volvió a coronarse campeón. Triple campeón, sonaría mejor.
Esta elección habría que interpretarla como la mejor y más excelsa y refinada muestra de masoquismo suicida que pueda pueblo alguno exhibir.
El candidato de la unidad opositora aunque se llama Henrique proclamaba que él era David contra Goliat. Por la mitología ya sabemos lo que pasó con la honda de David y la increíble derrota de Goliat.
Pero con Chávez “la vaina es diferente” como suelen decir los venezolanos. El mitómano militarote sigue siendo el más grotesco ejemplo de este nuevo reyecito criollo que de la corrupción y del el abuso sin límites ha prostituido los procesos electorales de Venezuela, enterrando por supuesto, todas las instituciones del Estado. Ejerce con una impunidad canallesca el monopolio de la vulgaridad y la grosería contra sus oponentes de quienes hace escarnio, burla y victimiza con dicterios de todo tipo.
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