ROBERTO GIUSTI
EL UNIVERSAL
Daba gusto verlo asumiendo la postura de amplitud y pluralismo exigidos por la ocasión. En aquella inmensa mesa oval, separada por una pradera de flores, grama y demás extravagancias, la voz estentórea cantaba loas a la diversidad y al respeto por las ideas antagónicas. Chávez lo logró una vez más. Cautivó a la mayoría de sus pares, los emocionó con un cálido recibimiento, los puso a reflexionar con un discurso en apariencia improvisado y los hizo reír, cantar y llorar con Dudamel y la Sinfónica Juvenil.
Es obvio. Ni los maestros de ceremonias, ni los periodistas del VTV, tenían porqué llamar la atención sobre dos pequeños detalles: el fastuoso escenario del Teresa Carreño es obra construida durante la democracia y el Sistema Nacional de Orquestas, bajo la batuta del maestro Abreu, es el milagroso sobreviviente de una implacable masacre institucional bajo cuyo reinado del terror ha sido guillotinado todo aquello que recuerde los "40 años".
continua
http://www.eluniversal.com/opinion/111206/la-farsa-chavista-de-la-integracion