ALEJANDRO A. TAGLIAVINI:
Una nerviosa camarilla de stalinistas observaba en 1979, desde Moscú, cuando millones de personas invadieron las calles de Cracovia para recibir a Karol Wojtyla, quien regresaba a su Polonia natal como Juan Pablo II, ante la impotencia de la dictadura socialista. Su firme anticomunismo llevaba a la órbita soviética a un despeñadero mortal.
Según Mijail Gorbachov, ``lo que ha pasado en Europa del Este... habría sido imposible sin el Papa'', que fue quien más hizo por la caída del comunismo, demostrando que hasta las cuestiones más críticas pueden resolverse sin violencia, con el liderazgo moral y, por tanto, libre. La verdadera autoridad, la real capacidad de lograr objetivos concretos no se basa en el materialismo de la fuerza de coacción física, sino en el liderazgo moral.
Read more: