miércoles, 3 de febrero de 2010

LA ENVIDIA DE CHAVEZ A LAUREANO MARQUEZ

LA ENVIDIA DE CHAVEZ A LAUREANO MARQUEZ

Por Alexis Ortiz.

Era la década de los setenta del fatigado siglo XIX cuando el humorista caraqueño, en medio de una fiesta, mostró una manzana y recitó: “Por una cual la presente, perdió el paraíso Adán, si hubiera sido Guzmán, se come hasta la serpiente”. Demás está decir que el dictador del momento en Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, vanidoso, corrupto y galicado, ordenó la inmediata detención del ocurrente poeta.

Así ha sido siempre en nuestro país y resto de los rincones del planeta. A los tiranos le molestan los humoristas, no tienen sentido del humor ni recato para hacer el ridículo. Sólo ellos pueden hacer chistes, siempre mediocres y humillantes, contra el prójimo inerme.

Juan Vicente Gómez, eje de un despotismo que ocupó las tres primeras décadas del siglo XX venezolano, le tenía más miedo a unos humoristas desarmados, Francisco Pimentel (Job Pim) y Leoncio Martínez (Leo), que a los caudillos guerreristas a quienes siempre derrotó.

Lo mismo ocurrió con el gorila de los años 50 de la pasada centuria nacional, el general Marcos Pérez Jiménez a quien el uniforme siempre se le veía holgado. A este milico, como diría un austral, le resultaban en extremo odiosos los paladines del sentido del humor: Andrés Eloy Blanco, Aquiles y Anibal Nazoa, Kotepa Delgado, Miguel Otero Silva…

Los presidentes de la Democracia Civil, Betancourt, Leoni, Caldera, Herrera Campins, Carlos Andrés… resistieron con paciencia republicana los dardos de los críticos burlescos. A las geniales caricaturas de Pedro León Zapata, por ejemplo, no sólo las respetaron sino, según se dice, las disfrutaron.

Pero he aquí que el teniente coronel golpista Hugo Rafael Chávez Frías, campeón mundial de los chistes malos e irrespetos, incluso a sus propios compañeros, no puede soportar un artículo más simpático que agresivo, del admirado Laureano Márquez. El enfermizo engreimiento del llamado por unos Chacumbele y por otros Pataruco, le hace creer que él es una especie de intocable ayatolá tropical.

Laureano Márquez es un humorista de solera, pero también un intelectual refinado y consistente. Alguien a quien Chávez, fastidioso e ignorante, no puede igualar. Por eso lo envidia y lo quiere ver perdido en un calabozo o lejos en el exilio. Pero Laureano seguirá en TAL CUAL desplegando buena prosa festiva, mientras Chávez se hundirá con sus chistes desabridos, que le cuestan tan caro a los venezolanos.