
LULA SE MUERDE LA COLA
Por Alexis Ortiz.
Suele ser una jugada astuta de los políticos pragmáticos, usar la materia internacional como antifaz de sus fracasos en la acción interna. No otra cosa hace Chávez, cuando usa su prédica contra el imperialismo, para ocultar que en diez años con el control de TODO el poder, y después de haber dilapidado casi 800 mil millones de dólares, el resultado de su gobierno es incremento de la pobreza, desempleo, inflación, desabastecimiento, inseguridad y corrupción.
Y ahora es el inefable Luiz Inacio Lula Da Silva, quien asustado por sus últimas derrotas electorales, y confuso porque en la relación con Chávez resultó cazador cazado, apela a las maniobras internacionales para tratar de oxigenar su vapuleado gobierno.
En verdad, en las recientes elecciones locales de Brasil Lula perdió en tradicionales bastiones de su partido: Sao Paulo, Porto Alegre y Bahía (también fue derrotado en Río de Janeiro) y sus adversarios, particularmente José Serra, salieron fortalecidos.
Y en su alianza con Hugo Chávez (no olvidemos que Lula profirió públicamente la necedad de que Chávez es “el mejor presidente de Venezuela en los últimos cien años), también el mandatario brasilero está saliendo con las tablas en la cabeza. Hasta ahora él le había sacado mucho provecho a la vanidad y el manirrotismo del venezolano, pero de súbito se le volteó la tortilla.
Lula logró pingues negocios para Brasil en Venezuela: obras públicas de envergadura sin licitaciones, crecimiento desmesurado de las compras venezolanas a Brasil, proyectos energéticos, etc. Además, como el chavismo financia a la izquierda brasilera con la cual Lula mantiene una relación complicada, el caudillo venezolano le garantizaba al brasilero que esa izquierda díscola (la del famoso Foro de Sao Paulo) se mantendría tranquila.
Pero he aquí que de repente Chávez, a quien Lula creía tener comiendo en sus manos, comienza a proyectarse como líder continental de la izquierda, dejándolo rezagado, precisamente a él, que como primer magistrado del país más grande y rico de Iberoamérica, debía corresponderle el liderazgo hemisférico. Chávez no sólo le quitó la vocería del socialismo, sino que le enredo el juego en Mercosur y hasta estimula al paraguayo Lugo y al boliviano Evo Morales, para crearle problemas a Brasil en sus fronteras.
Entonces Lula descubre que estuvo criando cuervos en su relación con Chávez, y que la confusión de su discurso y acciones lo hacen retroceder electoralmente en Brasil. Es cuando comienza una campaña internacional distraccionista, que por lo errática le está resultando compleja y contraproducente.
Porque lo necesita no puede romper con el Chávez que le disputa el liderazgo, se acerca a los decrépitos hermanos Castro de Cuba, se entromete en las elecciones norteamericanas pronunciándose a favor de Obama, hasta anuncia una invitación al terrorista Ahmanidejad, es decir se muerde la cola, vuelve a aquellas andadas extremistas que tanto daño le hicieron en el pasado y que le reservan nuevos descalabros electorales para el futuro.
O sea que Lula tendrá que aprender que la astucia no es suficiente para el éxito político, que aunque él se resista a creerlo y asumirlo , la ética cuenta.
jalexisortiz@hotmail.com
Por Alexis Ortiz.
Suele ser una jugada astuta de los políticos pragmáticos, usar la materia internacional como antifaz de sus fracasos en la acción interna. No otra cosa hace Chávez, cuando usa su prédica contra el imperialismo, para ocultar que en diez años con el control de TODO el poder, y después de haber dilapidado casi 800 mil millones de dólares, el resultado de su gobierno es incremento de la pobreza, desempleo, inflación, desabastecimiento, inseguridad y corrupción.
Y ahora es el inefable Luiz Inacio Lula Da Silva, quien asustado por sus últimas derrotas electorales, y confuso porque en la relación con Chávez resultó cazador cazado, apela a las maniobras internacionales para tratar de oxigenar su vapuleado gobierno.
En verdad, en las recientes elecciones locales de Brasil Lula perdió en tradicionales bastiones de su partido: Sao Paulo, Porto Alegre y Bahía (también fue derrotado en Río de Janeiro) y sus adversarios, particularmente José Serra, salieron fortalecidos.
Y en su alianza con Hugo Chávez (no olvidemos que Lula profirió públicamente la necedad de que Chávez es “el mejor presidente de Venezuela en los últimos cien años), también el mandatario brasilero está saliendo con las tablas en la cabeza. Hasta ahora él le había sacado mucho provecho a la vanidad y el manirrotismo del venezolano, pero de súbito se le volteó la tortilla.
Lula logró pingues negocios para Brasil en Venezuela: obras públicas de envergadura sin licitaciones, crecimiento desmesurado de las compras venezolanas a Brasil, proyectos energéticos, etc. Además, como el chavismo financia a la izquierda brasilera con la cual Lula mantiene una relación complicada, el caudillo venezolano le garantizaba al brasilero que esa izquierda díscola (la del famoso Foro de Sao Paulo) se mantendría tranquila.
Pero he aquí que de repente Chávez, a quien Lula creía tener comiendo en sus manos, comienza a proyectarse como líder continental de la izquierda, dejándolo rezagado, precisamente a él, que como primer magistrado del país más grande y rico de Iberoamérica, debía corresponderle el liderazgo hemisférico. Chávez no sólo le quitó la vocería del socialismo, sino que le enredo el juego en Mercosur y hasta estimula al paraguayo Lugo y al boliviano Evo Morales, para crearle problemas a Brasil en sus fronteras.
Entonces Lula descubre que estuvo criando cuervos en su relación con Chávez, y que la confusión de su discurso y acciones lo hacen retroceder electoralmente en Brasil. Es cuando comienza una campaña internacional distraccionista, que por lo errática le está resultando compleja y contraproducente.
Porque lo necesita no puede romper con el Chávez que le disputa el liderazgo, se acerca a los decrépitos hermanos Castro de Cuba, se entromete en las elecciones norteamericanas pronunciándose a favor de Obama, hasta anuncia una invitación al terrorista Ahmanidejad, es decir se muerde la cola, vuelve a aquellas andadas extremistas que tanto daño le hicieron en el pasado y que le reservan nuevos descalabros electorales para el futuro.
O sea que Lula tendrá que aprender que la astucia no es suficiente para el éxito político, que aunque él se resista a creerlo y asumirlo , la ética cuenta.
jalexisortiz@hotmail.com