
SALVEMOS A CHAVEZ DEL MANICOMIO
Por Alexis Ortiz.
Me llamó mi amigo cubano-venezolano Joaquín Pérez Rodríguez:
-Alexis, ¿leíste el artículo de Montaner?
-Todavía no, ¿por qué?
-Oye tú, dice que la consigna de los chavistas latinoamericanos debería ser:
¡Prozac o muerte!
Y en verdad la cadena de disparates de los neocomunistas asesorados por Cuba: Evo Morales, Correa, Ortega, Chávez y similares, perpetrados en las semanas recientes, está llegando a niveles de manicomio y camisa de fuerza.
El caso más patético es el del propio Chávez. La desesperación del teniente coronel golpista lo ha llevado a un extremo de virulencia y vulgaridad, que incluso supera su habitual extremismo. Se le ve en los discursos rabioso, desorbitado, fuera de si, impotente, capaz de las más inusitadas locuras.
Chávez anda prisionero de la ira porque él, que hasta ahora venía acompañado de la suerte, de pronto se encuentra con que no puede esconder su fracaso, unos 750 mil millones de dólares gastados en menos de diez años, con saldo en verdad rojo rojito: crecimiento en Venezuela de la pobreza, el desempleo, la inflación, el desabastecimiento, la dependencia del exterior, el desmoronamiento de la infraestructura pública, la inseguridad y la corrupción que nunca fue tan grande en el país.
Y todo ese saldo en rojo no sólo con abundancia de petrodólares, sino además con el control de los poderes legislativo, judicial, militar, policial, de Contraloría y Fiscalía, mayoría de gobernaciones y alcaldías, cerco a los medios de comunicación, persecución a los opositores y apoyo de la izquierda internacional y los resentidos anti norteamericanos de todo el planeta.
He aquí entonces que estamos en el umbral de las elecciones de noviembre, para alcaldes y gobernadores, cuando Chávez descubre que, si la gente sale a votar, va a perder la mayoría de los municipios y con seguridad las gobernaciones de Zulia, Miranda, Carabobo, Nueva Esparta, Sucre y Yaracuy; con casi total seguridad Mérida, Falcón, Táchira, Bolívar y la Alcaldía Mayor de Caracas; y perderá también en estados donde ganarían chavistas que ahora le son desafectos: Guárico, Portuguesa, Barinas y Lara.
Lo peor de todo es que Chávez y sus candidatos propenden a encogerse, en tanto que los abanderados de la oposición democrática todavía tienen margen de crecimiento. El gobierno los apenas puede ganar un estado demográficamente importante, Aragua.
¿Entendemos ahora por qué el teniente coronel golpista anda enloquecido e histérico?
Pero insistimos: la derrota de Chávez depende de que la gente, en más de un 70% descontenta con Chávez y sus excesos, salga a votar. Si la gente vota podría, incluso, producirse una avalancha (landslide) electoral demoledora contra el caudillo del neocomunismo.
La caridad cristiana nos exige salvar a Chávez del manicomio. Debemos ayudarlo a salir de esa presidencia que lo tiene tan desquiciado. ¡Vamos a votar!
jalexisortiz@hotmail.com
Por Alexis Ortiz.
Me llamó mi amigo cubano-venezolano Joaquín Pérez Rodríguez:
-Alexis, ¿leíste el artículo de Montaner?
-Todavía no, ¿por qué?
-Oye tú, dice que la consigna de los chavistas latinoamericanos debería ser:
¡Prozac o muerte!
Y en verdad la cadena de disparates de los neocomunistas asesorados por Cuba: Evo Morales, Correa, Ortega, Chávez y similares, perpetrados en las semanas recientes, está llegando a niveles de manicomio y camisa de fuerza.
El caso más patético es el del propio Chávez. La desesperación del teniente coronel golpista lo ha llevado a un extremo de virulencia y vulgaridad, que incluso supera su habitual extremismo. Se le ve en los discursos rabioso, desorbitado, fuera de si, impotente, capaz de las más inusitadas locuras.
Chávez anda prisionero de la ira porque él, que hasta ahora venía acompañado de la suerte, de pronto se encuentra con que no puede esconder su fracaso, unos 750 mil millones de dólares gastados en menos de diez años, con saldo en verdad rojo rojito: crecimiento en Venezuela de la pobreza, el desempleo, la inflación, el desabastecimiento, la dependencia del exterior, el desmoronamiento de la infraestructura pública, la inseguridad y la corrupción que nunca fue tan grande en el país.
Y todo ese saldo en rojo no sólo con abundancia de petrodólares, sino además con el control de los poderes legislativo, judicial, militar, policial, de Contraloría y Fiscalía, mayoría de gobernaciones y alcaldías, cerco a los medios de comunicación, persecución a los opositores y apoyo de la izquierda internacional y los resentidos anti norteamericanos de todo el planeta.
He aquí entonces que estamos en el umbral de las elecciones de noviembre, para alcaldes y gobernadores, cuando Chávez descubre que, si la gente sale a votar, va a perder la mayoría de los municipios y con seguridad las gobernaciones de Zulia, Miranda, Carabobo, Nueva Esparta, Sucre y Yaracuy; con casi total seguridad Mérida, Falcón, Táchira, Bolívar y la Alcaldía Mayor de Caracas; y perderá también en estados donde ganarían chavistas que ahora le son desafectos: Guárico, Portuguesa, Barinas y Lara.
Lo peor de todo es que Chávez y sus candidatos propenden a encogerse, en tanto que los abanderados de la oposición democrática todavía tienen margen de crecimiento. El gobierno los apenas puede ganar un estado demográficamente importante, Aragua.
¿Entendemos ahora por qué el teniente coronel golpista anda enloquecido e histérico?
Pero insistimos: la derrota de Chávez depende de que la gente, en más de un 70% descontenta con Chávez y sus excesos, salga a votar. Si la gente vota podría, incluso, producirse una avalancha (landslide) electoral demoledora contra el caudillo del neocomunismo.
La caridad cristiana nos exige salvar a Chávez del manicomio. Debemos ayudarlo a salir de esa presidencia que lo tiene tan desquiciado. ¡Vamos a votar!
jalexisortiz@hotmail.com